Tuesday 19 de March de 2024
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Cuarentena (Fase III): Hoy salimos a contagiarnos en masa

POLITICA | Por Edi Zunino | 09 de April 13:46

Estoy pasando mi cuarentena estricta (salvo mínimas excepciones) en Haedo, muy cerquita de la estación, donde se cruzan el tren Sarmiento y el ramal sudoeste del Roca.

Pese a estar a 20 minutos, no más de media hora según el tránsito, de la Capital Federal, y de ser un centro comercial importante de la Zona Oeste, Haedo funciona como un pueblo. Aún en tiempos normales, los negocios cierran para la hora de la siesta y hasta las 5 de la tarde no abre casi nada.

Pero Haedo es una zona muy poblada del primerísimo cordón del Gran Buenos Aires, con pocos edificios y mayoría de casas y chalets de clase media/media alta. Y es, hoy por hoy, un claro ejemplo del relajo en que entró el aislamiento social obligatorio impuesto por las autoridades.

Se relajaron los controles. Hay cada día más tránsito de autos y cada día más personas caminando por la calle que no se sabe muy bien adónde va, porque la mayoría de los negocios están cerrados y las compras básicas o las idas esporádicas al cajero automático se pueden hacer sin demasiada cola, aunque colas hay y se respeta holgadamente la distancia preventiva de un metro y medio. Diría que la gente prefiere separarse tres metros en las colas, pero hay muchísima gente caminando para acá y para ella, por esta vereda. Eso sí: el barbijo y cualquier clase de tapabocas improvisados se pusieron de moda, sin distinción de sexo ni de edad.

Es cierto que el encierro prolongado puso inquietas a muchas personas. Pero también, y sobre todo, es verdad que el mensaje oficial entró en una etapa confusa. Que la cuarentena se va a flexibilizar. Que va a seguir siendo estricta, pero no tanto. Que ya veremos qué actividades se reanudan y de qué manera…

La cuestión es que en este impreciso mientras tanto, la población de los barrios y los centros urbanos periféricos, donde las cámaras de televisión no llegan, decidió ir recuperando la calle, aunque sea para tomar aire, ya que no se puede salir a tomar ninguna otra cosa.

El dato menos difundido de la pandemia es que, mientras crece de a 80 por día el caso de contagiados, el indicador que más crece es el de los llamados “contagiados comunitarios”. Eso quiere decir que pegarse el Covid-19 es cada día menos cosa de viajeros recientes al exterior y sus entornos íntimos. El virus está circulando, cada día más, entre personas que no se fueron a ninguna parte y no conocen a nadie que se haya ido en los últimos tiempos.

El lunes, los “contagiados comunitarios” rondaban casi el 10%, el martes casi el 11% y anoche más del 12%. Es decir que el universo de los “contagiados comunitarios” viene creciendo a razón de un 10% diario. Y se supone que, al no haber testeos masivos de la enfermedad, los contagiados reales podrían ser hasta 3 veces más que los detectados.

Resumo: la gente decidió salir a contagiarse antes de que el Gobierno decrete alguna clase de “a la voz de aura”.

Desde el minuto cero de la pandemia hubo irresponsabilidades individuales. Los encausados por violar la cuarentena ya superan los 35.000. Pero también hubo en la última semana un confuso relajo de la severidad oficial, que promete seguir siendo dura pero aflojó por falta de claridad y por sobra de permanentes idas y vueltas en la comunicación.

El tiempo fresco ya llegó. De a ratos hace frío. Pero se insiste en que lo peor de la epidemia no vino todavía.

¿Qué hacemos? No sé vos. Pero yo me quedo en casa. Y espero que el Gobierno termine de definir a qué se juega en esta nueva etapa y que el mensaje presidencial recupere la contundencia y la puntual claridad del principio. Si el aislamiento es la mejor vacuna, eso quiere decir que el desorden enferma sin poder controlar hasta dónde.

¡Qué me contás!

 

por Edi Zunino

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