Wednesday 24 de April de 2024
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Confirmado: se reactiva la industria (electoral de la discordia)

POLITICA | Por Edi Zunino | 22 de September 12:19

De pronto, está todo mal. Y se habla de nosotros. Hace un rato, bien tempranito, me llamaron los amigos de la Radio Bio Bio, de Chile, para que les contara al aire qué está pasando en la Argentina, que todo mal con la pandemia, con la economía y con el Gobierno. Siempre es difícil explicar la Argentina. Sobre todo, cuando no estamos tan al borde del abismo final como sale en Clarín y dice la oposición, ni estamos tan más o menos según lo previsto como cuentan Página/12 y el oficialismo.

El problema central de todo gobierno es el presente. Transitarlo. Darle sentido de superación hacia atrás y de perspectiva hacia adelante. Pero estamos amarrados a un presente demasiado largo. Estático. Como en pausa. O congelado.

Si no se hacía lo que se hizo antes con el refuerzo del sistema de salud y el adiestramiento de la población, es altamente probable que hoy estuviésemos mucho peor de lo que estamos por el Covid-19. Pero ese eventual acierto, en todo caso, consiste en haber evitado algo y lo evitado es aquello que nunca llegó a suceder y lo que no sucede no es parte de las vivencias del presente. Con la economía ocurre algo parecido: estaba mal desde antes y se lograron patear para muy adelante problemas serios, como el de la deuda, pero no se ve luz en el túnel de la mishiadura y, entonces, Vicentin + impuesto a la riqueza + traslado de jueces + quita de fondos a la Ciudad de Buenos Aires dividen aguas, calientan ollas y tiran nafta al fuego.

A la Argentina no le está pasando nada más ni demasiado peor que a otros, con la salvedad de que otros no son la Argentina. La sociedad está cansada de este presente acumulado. Ansiosa. Deprimida. Enojada.

Herbert Hoover, el presidente de los Estados Unidos entre 1929 y 1933, tiempos de crisis profunda, explicó su derrota para un segundo mandato en que “cuando uno llega a presidente obtiene un crédito por la luz del sol y la culpa por la lluvia”. Nuestra tormenta perfecta es más que una lluviecita. Nadie tiene la fórmula para que escampe ni el secreto para no mojarse. Las elecciones aparecen, así, como algo asimilable a una ilusión. Y la campaña electoral para 2021 ya empezó. Lo confirmó antes del fin de semana el político con mejor imagen de estos tiempos confusos, Horacio Rodríguez Larreta: “Si mantenemos la unidad, podemos ganar el año que viene”, les dijo a los suyos por pantalla.

Allan J. Lichtman es un historiador célebre en Estados Unidos por su notable precisión para anticipar los resultados de las elecciones. No falló en una desde los ’80. Dice que pierde Trump. Elaboró un sistema basado en avaluar al que está gobernando en base a 13 ítems, porque, al menos desde 1860, las elecciones funcionan como plebiscitos sobre los oficialismos. Para Lichtman, las campañas políticas carecen de sentido y sólo sirven para consolidar la discordia, dándole de comer a lo que él llama el “complejo político-industrial”.

Leo a Lichtman: “Las campañas no importan, las elecciones -sobre todo las presidenciales- son esencialmente votos afirmativos o negativos sobre el desempeño del partido que ocupa la casa de gobierno. Lo único que cuenta es el gobierno. ¿Por qué no lo entienden los candidatos, los medios y los comentaristas? Porque hoy tenemos un complejo político-industrial, que, sin ánimo de criticar a nadie personalmente, es algo estructural. Por un lado, están los consultores, los publicistas, los encuestadores, los informáticos, que hacen grandes cantidades de dinero a partir de la premisa de que lo que importa es lo que se hace en la campaña. Por otro lado, tenemos a los medios de comunicación, que ganan audiencias y grandes sumas de dinero cubriendo lo que sucede en la campaña, día a día. No los critico, muchos son amigos míos, es estructural lo que describo. Y después, tenemos a los candidatos, que tienen miedo de oponerse a los encuestadores, a los consultores, a los informáticos y a los medios. He venido pugnando por la ruptura de este triángulo desde hace 40 años, pero no he tenido éxito”.

Y bueno, así estamos: se reactivó la industria.

 

por Edi Zunino

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