Thursday 25 de April de 2024
Perfil

Carta abierta a Aníbal Fernández (por las sanciones contra Lanata y Canosa)

POLITICA | Por Edi Zunino | 14 de April 10:51

Es sabido que los kirchneristas tienen una obsesión: su tirria con los medios los emparenta con tantísimos personeros del poder en todo el mundo, sin distinción de ideologías. Puedo entender, en ese marco, que ciertos kirchneristas como Aníbal Fernández (y no así López o Jaime o De Vido ni en un par de causas la propia Cristina) tengan cuentas pendientes considerables con la prensa: en el caso del quilmeño, se lo ayudó a perder una elección en el estribo de las urnas al difundirse con bombos y platillos que él era la tristemente célebre pero enigmática “Morsa”, cuando no existía ni un solo dato mínimamente serio para afirmar semejante cosa.

Ahora bien: Aníbal F es abogado –aparte de un hombre grande- y sabe que la libertad de expresión es un valor que va mucho más allá de las cuentas personales que cualquiera pueda tener con alguna persona o empresa. Y, como es abogado, sabe que cualquiera tiene el derecho de acudir a la Justicia si se siente calumniado, injuriado y lastimado en lo que llamamos el “buen nombre y honor”. También se puede denunciar el posible “daño sanitario” que pueda generar tal o cual comentario mediático que signifique un supuesto “atentado a la salud pública”. Por ejemplo, decir por la tele que el dióxido de cloro cura o las vacunas matan.

Claro que este Fernández, como los otros dos, que también tienen títulos de abogados, actúa como político y tiene comprobado que su sector partidario ha sabido reafirmar su identidad en la beligerancia con los medios, si bien el sector más talibán de la oposición ya les copió hasta esos modales.

Centrarlo todo en la discusión con los medios de comunicación es el modo menos visible de tirar la pelota afuera. Desde esta columna no hemos tenido ningún problema ni empacho en polemizar con colegas que, por lo general en busca de rating, se muestran capaces de decir cualquier barrabasada sin medir los eventuales efectos en las audiencias más distraídas o propensas a los fanatismos fuera de toda razón. Incluso Jorge Lanata y Viviana Canosa –que Fernández pretende sancionar- se contaron entre los criticados. 

Pero pedir sanciones extra judiciales como si se tratara de un trámite administrativo o policial, aparte de denotar un autoritarismo más que indeseable a esta altura de la soirée, anula el contraste de razones. Canibaliza el debate político. Lo achata. Lo brutaliza más de lo que está. El otro día, CFK cuestionaba a los “opositores-barrabravas”, que los hay y no son poquitos. Pero ver la paja en el ojo ajeno, aparte de ocultar la viga en el propio, sólo nos encierra en esta cansadora dialéctica, que es peligrosamente infantil.

Además, todo ese ruido de dimes y diretes tapa los desatinos de la propia política sanitaria oficial, que es lo importante porque debería ser la que ordene a toda la sociedad a partir de premisas claras. En las últimas horas, por ejemplo, los dislates periodísticos de confundir las vacunas chinas Sinopharm (que se aplica en nuestro país) y Sinovac (que no se aplica) le dio pie a la ministra Carla Vizzotti para seguir ocultando toda la verdad sobre la vacuna de Sinopharm, cuya efectividad sigue sin estar garantizada por estudios científicos definitivos y mucho menos en una sola dosis alejada 90 días de la segunda, tal como se la está aplicando en nuestro país.

Insisto: eso es lo verdaderamente importante, porque necesitamos credibilidad para las vacunas y para todas las indicaciones sanitarias, que se dan desde el Gobierno y no desde los medios. Es el Gobierno el que debe hacer más esfuerzos por ser creíble. Lo bueno de las verdades científicas es que, comunicadas sin volteretas ni manipulaciones oportunistas, pueden comprometer a las personas desde la razón más que desde la pasión. Ahí no debe haber grieta que valga. Y claro que la principal responsabilidad de ir con la verdad en la mano es de las autoridades, que para eso se las elige. 

Si las cosas fueran así desde los que mandan –a ver, digo: “al pan, pan y al vino, vino”- lo que opine Lanata o Canosa -o yo mismo- a lo sumo sería el cotillón del evento. La pista del baile. La bandeja de los saladitos. Apenas formas.

 

por Edi Zunino

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