Tuesday 23 de April de 2024
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Argentina suma voluntarios para la guerra de la vacuna

POLITICA | Por Edi Zunino | 27 de July 11:35

Tengo a la vista y subrayado en varias partes, un artículo de un influyente consultor estadounidense en marketing y estrategias de inversiones que se llama John Price. Dirige la consultora “Americas Market Intelligence”, AMI, con sede en Miami, que asesora a medio centenar de pulpos económicos transnacionales. Price no sabe nada de salud, pero sí, y mucho, de números y estadísticas. Su especialidad es la predicción de escenarios para invertir. Digamos que es un frío gurú de oportunidades de negocios. En este artículo habla de los escenarios pospandemia, se ocupa de la Argentina y sus cálculos, de paso, permiten entender por qué nuestro país se anotó primero para aportar miles de voluntarios a las pruebas de la vacuna del laboratorio Pfizer.

Price señala que “la mayoría de las naciones del mundo, incluidos los Estados Unidos, gran parte de Latinoamérica, África y el sur y el centro de Asia, estaban mal preparados o empezaron demasiado tarde a intentar contener el coronavirus”. Casi todos estos países, dice, “van a alcanzar el punto de quiebre de la enfermedad antes de que tengan acceso a una vacuna” y “esta realidad es una espada de doble filo: significa que morirán millones de personas, pero también significa que estos países serán inmunes a una posible segunda ola del coronavirus”. Irónicamente, estas naciones que no pudieron contener el virus, pueden ver una mayor apertura de sus economías que los países que tuvieron éxito.

En América Latina, señala el consultor, “este es un trago amargo para países como Colombia, Chile, Argentina, Perú y gran parte de Centroamérica, países que siguieron las indicaciones de la OMS al pie de la letra y sometieron a sus sociedades a grandes presiones económicas y de salud mental”.

Indica que “las economías latinoamericanas tienen entre 40 y 80 % de su fuerza laboral en la informalidad y no pueden funcionar en aislamiento; no sólo es que existan pocos empleos que puedan ser hechos desde casa, sino que los desempleados informales carecen de una red de seguridad social”. Por eso concluye en que si no se tiene “la capacidad financiera de mantener las cuarentenas, implementar un programa de detección y rastreo masivo de casos se vuelve un desafío”. ¿Cómo es posible rastrear contagios en un ambiente de amontonamiento de personas?, se pregunta, retóricamente.

John Price ubica a la Argentina liderando, junto a Colombia, el grupo de países que cumplieron las recomendaciones de la OMS pero sin recursos. “Argentina y Colombia fueron reconocidos por su contención del virus, pero la cuarentena los devastó económicamente. Ahora sabemos que las cuarentenas afectan desproporcionadamente a las personas de bajos recursos que dependen de trabajos intransferibles a la casa, que tienen ahorros anémicos y que están conectados al internet sólo con su celular”, dice.

Y sigue: “Argentina comenzó a relajar la cuarentena el 7 de junio, pero tuvo contagios y muertes en aumento, lo que llevó a la renovación del aislamiento hasta el 17 de julio”, decisión política que revela lo lejos que está de resolver el problema y, al mismo tiempo, qué tan vulnerable es su población por la falta de exposición viral.

“Colombia y Argentina -según las conclusiones de Price- son víctimas de su éxito temprano. Su objetivo sigue siendo aguantar a que lleguen las vacunas. Sin capacidad de detectar y rastrear a gran escala, su única herramienta política es la cuarentena, un instrumento que dejará una marca persistente en la economía y llevará a millones a la pobreza”. 

Por eso sostiene que “este grupo de naciones debería estar primero en la fila de distribución de vacunas”, pero que “tristemente, eso no va a ocurrir”.

Según sus pronósticos, “las vacunas que lleguen primero saldrán del sector privado e irán al mejor postor, es decir, las naciones ricas, incluídas las que no necesitarán la vacuna para entonces”. El riesgo de llegar último implica alcanzar el tramo descendente de la pandemia bastante más tarde, pero infinitamente más empobrecidos. 

Por eso, garantizarse llegar antes a la vacuna explica la suma de 15.000 voluntarios que ya tenemos y la incorporación a esa lista incluso de personal de las Fuerzas Armadas y sus laboratorios.

 

por Edi Zunino

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