Si se acepta que las consecuencias del coronavirus son similares a la de una guerra mundial, entonces la pregunta es si ante esa situación extrema, los países pueden no aplicar una economía de guerra.
Alberto Fernández eligió para conducir la economía a un investigador de Columbia, experto en reestructurar deudas y discípulo del Nobel Joseph Stiglitz. Guzmán se concentró en negociar con los acreedores y el FMI, para lograr postergar una parte de los 34 mil millones que se vencen.
Desde que el virus paralizó la economía del mundo, la deuda de los países pasó a segundo plano.
Stiglitz instó a suspender esos pagos, advirtiendo que puede haber una avalancha de default en el mundo. Columna de Gustavo González para Radio Perfil.
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