A Luis Caputo le dicen Toto. Es primo hermano de Nicolás Caputo, a quien le dicen Nicky y si bien no fue ministro de Mauricio Macri como Toto, Macri lo considera su “hermano de la vida”, por lo cual Toto podría ser considerado el “primo de la vida” del ex presidente, que puso en sus manos las finanzas del país, todos sabemos que sin el más mínimo éxito, pero considerando, seguro, que las de Toto eran las mejores manos que podían estar a su alcance para eso.
Resultó muy llamativo que haya sido Toto Caputo uno de los primeros en aplaudir la última propuesta a los acreedores externos presentada ayer por la Argentina. Toto fue noticia al decir que el menú tiene “niveles de Valor Presente Neto aceptables para los acreedores y acordes a las posibilidades del país”, además de “muy buen diseño de los incentivos, que los desalientan a ser holdouts”. En síntesis, para que no queden dudas sobre su postura (que es la de un reconocido asesor de fondos de inversión): “Una propuesta justa que debiera tener una alta participación”.
El hecho de que justo Toto Caputo sostuviera esta postura positiva realzó mucho más la dura crítica de otro ex ministro macrista, Alfonso Prat Gay, que conceptualmente podría ser considerado algo más cercano filosóficamente al Gobierno, vía ciertos aires desarrollistas o mínimamente keynesianos. Dijo Prat: “Ya vamos por la cuarta última propuesta y contiene una promesa de pagos 15.000 millones de dólares mayor que la primera. Más que un precedente mundial, parece un manual de cómo no se debe negociar”.
O sea: el opositor acaso más visiblemente vinculado a los acreedores aprueba que éstos entreguen un 47% de lo que prestaron para poder cobrar, mientras que el paladín del “gradualismo” apuesta al fracaso de la negociación en nombre de “la República”. Por lo visto, dentro de la oposición hay grietas tan tajantes como las que la enfrentan al oficialismo. Y quizás, en ciertos casos, todavía más fuertes.
En el mismo instante en que Caputo y Prat Gay marcaban estas diferencias, Horacio Rodríguez Larreta, Diego Santilli, Jorge Macri, Néstor Grindetti y María Eugenia Vidal (todos en funciones ejecutivas, menos la ex gobernadora bonaerense, ya recuperada del Covid-19) decidían, en una reunión virtual por Zoom, armar la Mesa Ejecutiva del PRO, el partido que preside desde febrero Patricia Bullrich, gracias al “sabio dedo de Mauricio”.
Ninguno de los reunidos en el Zoom de ayer tenía cargo en el Consejo Directivo partidario, salvo el intendente de Lanús (Grindetti), que ocupaba una vocalía. La creación de la Mesa Ejecutiva fue tomada como una “intervención” a la Gestión Bullrich, tras la emisión inconsulta, el sábado pasado, del disruptivo y ruidoso comunicado por el asesinato en El Calafate de Fabián Gutierrez, ex secretario privado de Cristina Kirchner.
La crisis desatada en la cumbre de la oposición no es tan grande como quisiera el Gobierno, pero tampoco tan de ocasión como se animan a señalar en público sus principales referentes. Hace un rato, luego de que Miguel Ángel Pichetto (que de blandito no tiene nada, pero de peronista bastante más que la ex montonera Bullrich) reconociera que la presidenta partidaria se cortó prácticamene sola con aquel comunicado salvaje, me atendió en off, por Whatsapp, uno de los fundadores del PRO.
-¿Se rompió el partido? -le pregunté.
-No, no, lo que se va a armar es la Mesa Ejecutiva que faltaba para consensuar más las decisiones.
-Bueno, le rodearon el rancho a Bullrich…
-No sé si rancho es lo más apropiado para una Bullrich Pueyrredón. Digamos, en todo caso, que se fue al pasto -ironizó la fuente, dando por hecho el abrazo del oso.
Está en problemas la oposición, sobre todo sus más encumbradas figuras en cargos de gestión. La pandemia avanza, los bolsillos aprietan, la crema de sus votantes se hartó de la cuarentena y los dirigentes sin carné presionan. Alguna piedra del zapato se tenían que sacar.
por Edi Zunino
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