Tuesday 23 de April de 2024
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Monseñor Ojea: "Me consta personalmente que uno de los focos de lucha del Papa son los abusos en la Iglesia"

PODCASTS | Por Jorge Fontevecchia | 24 de February 11:00

El presidente de la Conferencia Episcopal, una de las personas más cercanas al Papa, comparte en esta entrevista su reflexión sobre los gestos, los viajes y la palabra de hermandad y paz que el Papa transmite al mundo al encarnar el mensaje del Concilio del Vaticano II, en el décimo aniversario de su papado.

Hay un texto que ustedes enviaron para invitar a la celebración de la misa de Acción de Gracias, en la que se convoca al pueblo a renovar el regocijo por el ministerio de Francisco, y rezar por su servicio pastoral. Comienza el sábado 11 y culmina el domingo 19 de marzo. ¿Cómo van a ser los eventos para conmemorar el décimo aniversario del papa Francisco? 
En todo el país, las distintas regiones van a celebrar este acontecimiento tan importante, esto que es un orgullo para nosotros los argentinos, y especialmente para nosotros los obispos. Imagínense en la Conferencia Episcopal la inmensa alegría cuando salió elegido el papa Francisco. Recuerdo que dos meses después de su elección, hizo una grabación para todos sus hermanos de donde él había salido, y mi primer recuerdo de ese encuentro es: “Recen para que no me la crea”. Quería comentarlo, porque fue una muestra de humildad, de fraternidad. Nosotros, con un enorme cariño y afecto, orgullosos de tener nuestro papa salido de nuestro episcopado, vamos a celebrar en diferentes regiones del país, habrá distintas eucaristías, la región platense y la región Buenos Aires, lo vamos a hacer en Luján, el 12 de marzo nos reunimos a las 11 en la misa. Hay una celebración especial de la familia grande, el Hogar de Cristo, que son estos grupos tan importantes de recuperación de adictos que han terminado de realizar una peregrinación con la Virgen de Luján en todo el país. Se van a reunir el sábado 11 en Luján para celebrar al Papa. Y en la Conferencia Episcopal hemos invitado a todos los credos, cristianos y no cristianos, para poder celebrar al Papa; nosotros sabemos del trabajo por la unidad y del afecto que tienen al Papa en los distintos credos en la Argentina, porque en la Argentina uno de los diálogos que funcionan es el interreligioso. Hemos caminado bastante en el diálogo interreligioso, hemos caminado bastante del diálogo ecuménico, así que nos vamos a encontrar con verdaderos amigos, vamos a celebrar estos diez años del Santo Padre. 

¿Podría contarme cómo vivió el día que eligieron papa a Bergoglio? 
Sí, lo tengo muy presente ese día. Estaba en San Isidro, en mi casa, en el Obispado, no tenía ni idea de que él podía ser elegido papa. Incluso, un mes antes habíamos conversado en la curia de Buenos Aires, me había dicho que había presentado su renuncia y que estaba pensando dónde ir a confesar, iba a vivir en el hogar sacerdotal de la calle Condarco; nada me hacía pensar que un obispo que había presentado su renuncia iba a ser elegido papa. Entonces, cuando lo escuché por televisión, mi alegría fue enorme. Me acuerdo del grito que pegué, hicimos tocar las campanas en la catedral enseguida. Estaba tan contento, esa noche soñé que no era verdad. Soñé que un cardenal, que probablemente era el que había aparecido en la televisión anunciando que Bergoglio era papa, me decía: “No, no es verdad”, y me desperté feliz de que la realidad era otra. Entonces, le escribí para contarle este sueño, y él me contestó, después de un tiempito, y me dijo: “Me reí con tu sueño; yo también pensé que era muy loco lo que pasaba cuando iban subiendo los votos en el cónclave, pero de pronto experimenté una paz que de movida me di cuenta de que no era mía. Gracias a esa paz sobrevivo, estoy blindado por esa paz”. Recuerdo esas palabras en la primera carta que tengo como papa, y estoy convencido de que esa paz profunda que le permite al papa Francisco estar trabajando del modo como trabaja, abordando el presente, en cada acción pastoral, está realmente actuando con él continuamente. Cuando tuve oportunidad de verlo, le dije: “En Buenos Aires no tenías tanto requerimiento de los medios, ahora sos un boom comunicacional”. Entonces, él me respondió: “Vos sabés que sentí que el Señor me decía que tengo que ser yo mismo. La clave de la comunicación está en la autenticidad, en ser uno mismo”. 

La imagen que teníamos de Bergoglio era de una persona seria, con ceño adusto, cara de preocupación, mientras que el que está en el Vaticano pareciera que estuviera siempre riéndose. ¿Qué pudo haber sido, el Espíritu Santo, el rol, o la imagen que nosotros teníamos no era la correcta?
En mi caso no sentí tanto la diferencia, porque siendo su obispo auxiliar compartimos cosas bastante divertidas. Pero creo que fue la función, la misión; el Papa se consustanció con su misión. Hay una frase de él hermosa en la alegría del Evangelio, que dice que la misión no es un adorno que uno se pone desde afuera. “Yo soy una misión en este mundo”. La persona se identifica con la misión. Podemos decir que en esa identificación profunda el Papa encontró este modo de comunicarse con la gente. Él disfruta cuando está cerca de la gente. Disfruta los miércoles en su audiencia, disfruta de los viajes muchísimo, y me da la impresión de que en esa tarea pastoral encuentra la fuente de su de su alegría.

Si la misión es ser papa y uno es la misión, Bergoglio sería distinto si la misión fuera otra. En cada caso, la misión diferente transforma el ser. 
Sí, sería otra misión y muy noble para la persona, porque cada misión es un llamado nuevo. Entonces, uno puede responder de un modo muy juvenil a un llamado a los 76 años, con mucha energía y queriendo aportar toda su experiencia y todo el recorrido en el camino de la Iglesia que se ha hecho. 

Usted, mejor que nadie como obispo auxiliar, pasaba todo el tiempo con él. ¿Era de hacer chistes, de reírse, era el mismo Bergoglio acá que el de Roma?
Era de hacer chistes y de reírse, sí. Sobre todo, más en la intimidad, capaz que hacia afuera se notaba menos.

Podríamos decir cuatro ítems que marcaron estos diez años del papado de Francisco: la reforma de la curia, el tema de los abusos, la pandemia y la guerra. Puede comenzar por la reforma de la curia.
Este campo había sido conversado, previo al cónclave en esos días que estuvieron los cardenales reunidos en Roma, así que no ha hecho más que cumplir con esa misión. Al presentar hace poquito Predicate Evangelium, que es el documento que expone la reforma de la curia, el haber cumplido con esa misión y además haber trabajado por la reforma económica. En el tema de los abusos, pude estar presente en la reunión de 2018 con todos los presidentes de las conferencias episcopales, donde se determinó con claridad que el tema de los abusos era la mayor causa de falta de credibilidad en la Iglesia. Allí nosotros conversamos sobre una serie de estrategias para poder combatir este flagelo tan tremendo en la sociedad y en la Iglesia. Hace poco, en un matutino vi una foto del Papa riéndose junto a un abusador, que deja entender, de alguna manera, que el Papa está como aprobando o apoyando. Realmente me dio mucho dolor, porque no hay nada más lejos de la verdad que esta situación. Me consta personalmente que uno de los focos de lucha del Papa son los abusos en la Iglesia. En el tema de la pandemia, que querría hacer alguna reflexión, tenemos la imagen de él en la Plaza de San Pedro, solito, leyendo el Evangelio de la tempestad sosegada, los apóstoles con Jesús, de pronto Jesús durmiendo, la barca empieza como a tambalear por el vendaval y por la tempestad, y allí aparece el Papa utilizando esta imagen para explicar la pandemia. Todos nos sentíamos frágiles, pero al mismo tiempo necesitados de consuelo, importantes y necesarios, pero necesitando remar juntos. Estamos juntos en la misma barca. Entonces experimentamos esta realidad de que nuestra vida está entretejida con los demás, nuestra vida está sostenida por gente común. Yo diría que el Papa nos presentó la pandemia, y en esto trabajó muchísimo en iluminarnos desde el Evangelio lo que estábamos viviendo. El Papa vio la pandemia como una oportunidad para que nosotros pudiéramos vivir esta igualdad como seres humanos. De pronto, el norte de Italia es azotado por la pandemia y un lugar del primer mundo se queda sin camas, sin oxígeno, con una angustia tremenda porque es la primera zona que cae, pide ayuda afuera. Y de pronto, personajes desconocidos, como he visto también en nuestra patria, enfermeras que eran el único hilo conductor por lo cual un familiar podía saber cómo estaba su ser querido, dando noticias: “Comió, está mejor”. He visto familias esperando a las enfermeras, que se acercaban al enfermo y podían transmitir esta noticia. Nosotros hemos vivido en la pandemia experiencias de solidaridad, de humanidad, muy profundas. En mi diócesis, el trabajo de las mujeres en los comedores, en los barrios, sumamente sacrificado que no me canso de decir, tenemos que potenciarlo cada vez más. Los chicos llevando las viandas a las personas mayores en los barrios donde el fenómeno de la solidaridad se ve con más claridad. En mi diócesis quedó un barrio infectado, el barrio San Jorge. Nadie podía entrar porque estaban todos contagiados, y nadie salía porque no eran recibidos afuera. Me llama el párroco y me dice: “¿Qué hacemos con esto?”. Cerquita de Campo de Mayo está. Llamé al Ministerio de Defensa; a las pocas horas, estaban soldados que estuvieron veinte días en el barrio dando de comer, haciendo la comida que la gente los despidió, un fenómeno tan... Y en nuestra patria, con lo que ha significado la relación del pueblo con el Ejército. He tratado de destacarlo cada vez que he podido, pero a veces las noticias de este tiempo parece que no son importantes. La pandemia estuvo llena de cuidados; para el Papa fue una invitación a cuidarnos, y a sentirnos semejantes, pertenecientes a una misma humanidad. 

Escuchá la entrevista completa en Radio Perfil FM 101.9.

por Jorge Fontevecchia

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