Wednesday 11 de December de 2024
Perfil

Máximo infantilismo

PODCASTS | Por Edi Zunino | 17 de December 13:38

La primera sesión de la Cámara de Diputados con la nueva composición surgida de las elecciones del 14 de noviembre podría titularse “Casi un día entero al cuete”, ya que después de 20 horas ni hubo diálogo ni hay Presupuesto 2022. Después de la maratón de discursos encendidos, quedó en evidencia que la oposición fue a regodearse con que al Frente de Todos ya no le da el cuero y los oficialistas, a culpar a los rivales por el origen de la situación económica y la imposibilidad de terminar el año como corresponde: con la llamada “Ley de Leyes” aprobada.

Es impresionante la parábola de infantilismo que trazó el curso de la sesión. Juntos por el Cambió empezó ayer pidiendo que el proyecto vuelva a comisión para hacerle retoques, el oficialismo se negó y terminó pidiendo esta mañana que se vote el pase a comisión, a lo que del otro lado no podían oponerse porque era lo que ellos mismos habían solicitado de movida y cuando estaban a punto de votar a favor, habló Máximo Kirchner, les dedicó algunas chicanas, se dieron por ofendidos, rechazaron el cuarto intermedio, impusieron que se vote el proyecto y lo derrotaron 132 a 121. Y chau Presupuesto 2022.

Tiene razón Máximo Kirchner en que los radicales divididos y los chispazos crónicos en el PRO con los ojos ya puestos en 2023 convierten a la bancada cambiemita en una maratón a ver quién grita más para diferenciarse más del Gobierno. Pero, a su vez, tienen razón los que justifican sus enojos en la pataleta final del hijo de Cristina en que sobre todo los más K se mueven con la convicción de que ser gobierno es una especie de derecho adquirido y eso los vuelve tan flexibles como una torre de alta tensión. Claro que no faltan quienes dan por hecho que la niñería de Máximo no habría sido tal, sino, más bien, un boicot explícito a que se toqueteen los números que ahora pueden manejarse sin ley y por decreto de necesidad y urgencia. Esta tarde podría haber novedades, cuando se junten Sergio Massa y Alberto Fernández.

Es cierto que, en sí misma, la señal es mala para el Fondo Monetario Internacional cuando se está discutiendo una readecuación de la deuda. Pero semejante nivel de desacuerdo también podría amplificar la eventual aceptación unificada de lo que termine siendo el convenio final. Cuando eso suceda, si sucede, el mensaje de esta sesión al divino botón ya se va a haber esfumado y todos deberían estar pensando en que lo que se decida va a incidir de lleno en la gestión de quien presida el país al cumplirse 40 años de democracia. O sea: un buen acuerdo con el FMI les convendría a todos.

Ahora bien: estamos tan congelados en la polarización que esto ya parece el capítulo de la vecindad del Chavo que ya vimos cien veces, pero con Máximo gritando: “¡Caiate, caiate, que me desesperas!”.

por Edi Zunino

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