Ayer estuvimos conversando un rato con el ministro de Defensa, Agustín “El Chivo” Rossi. No lo entrevistaba desde que, en diciembre de 2019, Alberto Fernández recién lo había anunciado como integrante del gobierno que aún no asumía.
Hace 16 meses, Rossi estaba atento a los distintos niveles de movimientos militares en los procesos políticos internos de varios países de la región, empezando por el golpe liso y llano en Bolivia. Y era imposible que eso no evocara fantasmas del pasado también acá. Incluso él, ya en funciones, tuvo que enfrentar un para nada inocente intento de “agremiación” encabezada por viejos jefes retirados.
Hoy dice que todo aquello ya pasó, que los militares recobraron prestigio en la sociedad civil, que las encuestas los muestran entre las tres instituciones más reconocidas del país y que en ello tuvo también mucho que ver un aliado impensado: la pandemia. A Rossi le gusta decir que la incesante movilización militar de este último año en la logística por la emergencia y la distribución de enseres y alimentos y ahora de vacunas, “sólo reconoce un antecedente inmediato en Malvinas”.
Lo dice mientras comenta su empeño por reequipar a las Fuerzas Armadas, aprovechando incluso esa mejor imagen en la sociedad. El plan tiene tres patas:
1) Reparar, modernizar y reutilizar material ya existente.
2) Rehabilitar y optimizar la producción nacional.
3) Recién hecho ese arqueo, evaluar compras internacionales.
Cita como ejemplo de esto último el convenio que se está desarrollando con la agencia israelí Sibat para la puesta en valor de tanques TAM con tecnología militar de última generación. Lo cuenta en respuesta al rumor tan difundido en las redes sociales de que detrás de las vacunas vienen con todo los rusos y los chinos. Y refuerza con otro dato: el 48% de nuestros proveedores externos en materia de defensa son estadounidenses, lo cual se justifica en que tienen la industria militar más desarrollada del planeta.
Dice que igual habla con todos los que tengan algo para aportar y por supuesto que también con los chinos y los rusos. Sin desmerecer, para nada, el dato de que los chinos, en defensa como en todos los rubros, tienen “una fuerte predisposición al financiamiento”, lo cual es tentador en un país arruinado.
“Nosotros creemos en el multilateralismo”, dice Rossi. “En el marco de la pandemia recibimos donaciones de China y también de Estados Unidos. Hace poquito vino una delegación rusa y el 1° de abril viene el jefe del Comando Sur, almirante Craig Faller”, comenta. Y no descarta que tanto chinos como rusos puedan estar utilizando las vacunas como carta de presentación geopolítica, aunque, más allá de eso, se debe reconocerlos como potencias de este mundo que “ya no tiene los conflictos del Siglo XX, pero tampoco la unipolaridad absoluta inmediatamente posterior a la caída del Muro de Berlín”. Hay tensiones, dice Rossi.
Y casi ni bien acaba de decirlo, Boris Johnson anuncia que también piensa reforzar el equipamiento de las fuerzas armadas reales y su presencia transoceánica, por ejemplo, en las Malvinas. El premier británico asegura que, entre sus hipótesis de conflicto, está la de protegerse de ataques argentinos.
Agustín Rossi sostiene que “en la Argentina nos debemos discutir una nueva política de defensa”, pero que ésta “debe ser básicamente disuasiva”. Si bien aclara que “para ser disuasivos, hay que tener con qué disuadir”. Sostiene su plan en que “somos la octava superficie del mundo y estamos sub poblados; tenemos un litoral marítimo importante; con Chile somos los únicos con riberas en el estrecho de Magallanes, que conecta los dos acéanos; tenemos petróleo, tenemos agua dulce, tenemos la posibilidad de abastecer alimentos a mucha mayor escala, es decir, las grandes potencias quieren influir sobre América Latina, que hoy no está cantado que vaya a ser patio trasero de nadie”.
Lo dejo ahí. Pero que hay tensiones, las hay. Ampliaremos.
por Edi Zunino
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