Saturday 20 de April de 2024
Perfil

Mala de Lanata: Fernando Iglesias no es ningún "boludo"

PODCASTS | Por Edi Zunino | 21 de July 16:03

Antes que nada, siento que de alguna manera tengo que hacerme cargo. No digo arrepentirme ni tampoco, ahora, voy a andar pidiendo perdón por cada pequeño desatino de mi vida. Pero si el diputado Fernando Iglesias, a quien yo llamo “diputuit” por lo salvajemente tuitero, en su currículum vitae señala sus antecedentes como periodista, tengo que asumir la parte que me toca. Si no fui el primero, fui seguro uno de sus primeros editores periodísticos, allá por 2002 y 2003 en la revista “3Puntos”. Siempre me consideré un motivador, así que, pese a que Iglesias es seis años mayor que yo, es probable que lo haya motivado. Y si lo motivé para ser periodista, pues lo motivé para incursionar en la política, porque llegó a ser candidato por las cosas que escribía… Bueno… Está bien… Si alguien se siente demasiado molesto por ese episodio, le pido mil disculpas.

Igual, aunque su especialidad esencial para ganarse el pan en un principio fue el entrenamiento de voleibolistas, él es un animal político desde chico. Me acabo de enterar por Wikipedia de que Fernando Adolfo Iglesias, allá por 1973, cuando estaba en la secundaria, andaba cerca del PST, el Partido Socialista de los Trabajadores. Y debería ser cierto, porque el antiperonismo ahora “republicano” de su discurso, tiene destellos trotskistas. Provoca. Martilla. También podría definirse como “trotska” su obsesión por los datos duros, que sabe buscar, ordenar y lanzar como dardos envenenados.

Por otra parte, la impulsividad, la hiperactividad y el nerviosismo que mueven a Iglesias y contagian a sus contendientes tienen un origen absolutamente hormonal, particularidad que lo convierte en un tipo súper despierto y enchufado.

Entonces, vamos a lo importante (o como le quieran llamar): grave pifiada de Jorge Lanata, el domingo pasado, al elegir a nuestro ilustre “diputuit” como “el boludo de la semana” por haberle dado RT a un posteo que llamaba a “guardar las cacerolas” exhibiendo un fusil automático como alternativa a las protestas opositoras que se vienen dando. Sobre el tuit, su triste destino y el pedido público de disculpas por parte de Iglesias ya se habló demasiado. No es ese el punto.

Quiero decir que Fernando Adolfo Iglesias no es ningún boludo y, tratarlo como tal, aparte de alimentar el anti-periodismo de insulto fácil, distorsiona la realidad en cuanto a qué es lo serio y qué es una bobada. Al interior de Juntos por el Cambio no tomaron ese tuit como un desliz menor: las autoridades del bloque le hicieron llegar su reto al diputado, que borró el RT (en los códigos tuiteros que suele utilizar el propio Iglesias, por cierto bastante infantiles, borrar un mensaje es vergonzante: eso sí es flor de pavada, ¡hombre grande!).

No quisiera que lo dicho quede como una reacción mojigata al uso de la palabra boludo, que además es casi una marca registrada del discurso lanatiano. El fondo es el doble estándar para ubicar el fusil de Iglesias como una niñería y otro para nada feliz RT del presidente Fernández para descalificar al colega Diego Leuco, como una actitud institucionalmente grave.
El rating y la popularidad contaminan de frivolidades el debate público, donde un emoji de trompada o la foto de un fusil pueden ser aplaudidos como avivadas políticamente incorrectas. Y convierte la democracia en una, a lo sumo, entretenida cacería de boludos.

por Edi Zunino

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