Wednesday 24 de April de 2024
Perfil

Luna Park no salva Ginés ni tapa ministro correntino con vacunas en la pick-up

PODCASTS | Por Edi Zunino | 10 de March 11:37

Ayer, en el viejo Coliseo del Box, se cerró un círculo de terror. Como hace casi un año en los bancos para el cobro improvisado de jubilaciones y pensiones, miles de personas mayores fueron amontonadas en torno al Luna Park y, de ese modo, expuestas a la enfermedad que supuestamente iban a combatir, vacunándose.

Hace un rato, el ministro de Salud porteño, Fernán Quirós, salió a pedir disculpas por segunda vez tras el episodio de ayer, que fue el último en la cadena de despropósitos a los que asistimos en este año atroz, cada vez que las autoridades, sea cual sea su signo partidario, no quisieron o no supieron hacer lo correcto.

Lo más lamentable es que la discusión termina centrándose en quién se mandó la peor macana. Es un método de no conversación que, lejos de corregir la matriz de los errores, hace que se trate de zafar de ellos cada cual por su lado y huyendo hacia adelante. El sinsentido de ayer, por más que así lo deseen los kirchneristas, no exculpa a Ginés González García del VacunaVip ni es un error “mejor” o “más cool” que haber llenado la camioneta de vacunas, como el ministro radical correntino Ricardo Cardozo.

No se trata de equiparar a la improvisación con las más peores malas costumbres de la politiquería desde el oportunismo ni la moralina. Cada cosa en su lugar. Sin embargo, todos estos escandaletes bastante desesperantes dada la situación, contribuyen a bajarle más y más el precio a la política, oficio que casi la mitad de la población –según encuestas muy recientes- considera más un problema que una solución.

Ver a un buen ministro como Fernán Quirós avergonzado no es un conflicto de Quirós –que venía cada vez mejor en los sondeos- ni de Horacio Rodríguez Larreta, cada vez más cascoteado incluso desde adentro de Juntos por el Cambio.

Ver a un buen ministro como Ginés terminar su carrera cayendo por la ventana es algo mucho más grave, en medio de una pandemia, que una piedra en el zapato de Alberto Fernández por más Presidente que sea.

Las buenas prácticas políticas requieren un ingrediente básico: confianza pública. Tener en el banquillo a los ministros de Salud en medio de una epidemia global en la que nadie sabe qué hacer, habla de un Estado minusválido y de una sociedad autodestructiva que se alimenta de chivos expiatorios.

Vivimos confundiendo democracia con electoralismo puro. Es eso lo que convierte a la política en un reality show de ensordecedores dimes y diretes que distraen la vista de las cosas concretas. El entredicho permanente, la zancadilla constante y el regodeo perverso en el desliz del otro restan fuerzas para dedicarse a lo central y convierten en causa excluyente la pelea por el sillón, cuando ese debería ser el efecto. Es decir, el premio al deber cumplido.

por Edi Zunino

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