Thursday 25 de April de 2024
Perfil

Luis Felipe 'Yuyo' Noé: "El estilo marca al gobernante más que lo que hace el gobernante"

PODCASTS | Por Jorge Fontevecchia | 12 de January 21:23

El artista plástico, escritor, periodista y profesor, quien a sus 89 años es dueño de una lucidez y una pulsión creativa más afiladas que nunca, se prepara para un año que estará lleno de celebraciones, muestras y publicaciones para festejar su 90° aniversario. Repasa su carrera artística, atravesada por los sucesos políticos de la Argentina: el peronismo, las dictaduras y el regreso de la democracia.

El grupo que usted formaba con Rómulo Macció, Jorge de la Vega y Ernesto Deira, Otra Figuración, que proponía terminar con la separación entre la figuración y la abstracción, generó mucha controversia en aquella época. ¿Fue una búsqueda ese quiebre, esa ruptura dentro del mundo del arte?
No, lo que pasa es que no veíamos una separación realmente porque el lenguaje de la pintura es el lenguaje de la pintura. Si uno analiza bien, por ejemplo, las obras de Rembrandt, aparte de la parte esencialmente figurativa, del claroscuro, todo ese clima que rodea la figura es abstracto, es un entorno que no es una cuestión de precisión sino de un clima. En ese sentido, basta que uno hable de la luz. La luz es un elemento abstracto, pero puede estar cambiando hasta un punto tal que puede ser como ultrafigurativo, como en el caso de Johannes Vermeer, pero basta analizar una obra de Vermeer al lado de una obra de un contemporáneo suyo, por ejemplo Pieter de Hooch, que se le escapa esa precisión de la luz, para darse cuenta de que hay un elemento ahí, un elemento flotante, que es de otro orden que la mera reproducción, ya tener que entreverse con la luz, con un elemento abstracto... La prueba está en que gran parte de la historia del arte figurativo está en torno a cómo se encara de diferente manera el problema de la luz. Quiero decir con esto que la separación entre lo figurativo y lo abstracto es muy ingenua en cierto modo, hasta en las palabras, por eso es la cuestión del título de la exposición mía. Hasta en las palabras, si uno ve en un diccionario, la verdad es que la mayor parte de las palabras no son sustantivos figurativos. De ser sustantivos, son sustantivos abstractos, hermosura, odio, amor, todo son categorías, nadie va a discutir por ejemplo “esto es un vaso” porque eso es evidente. Pero si uno ya dice, por ejemplo, “esta mesa es hermosa”, nadie va a discutir que es una mesa, pero que es hermosa ya es una apreciación que se discute porque para algunos será hermosa y para otros no. Lo que quiero decir con esto es que si digo “la vida es una palabra abstracta”, una cosa es la vida de algo concreto y otra cosa es decir el sentimiento vital, la vida amorosa, son conceptos abstractos. Quiero decir que si hago un cuadro que pareciera abstracto pero cargado de vitalidad con respecto a la vivencia de la vida, es también figurativo porque estoy haciendo figurar visualmente algo que es de categoría abstracta. Por lo tanto, la diferencia entre lo abstracto y lo figurativo es tonta directamente.

Yendo bien hacia atrás, ¿qué significó la llegada del peronismo para usted? 
Tendría que explicar mi contexto. Ante todo, nací en el 33, el año que subió Hitler al poder. Mi padre era un liberal de viejo estilo, no lo que se llama ahora liberal, sino un viejo sarmientino, tan sarmientino que entre las tantas cosas que ha hecho mi padre juntó una cantidad de parte de testimonios de Sarmiento autobiográficos, e hizo un libro que se llamaba Mi vida que no publicó Sarmiento, sino que mi padre armó en función de la selección de material de Sarmiento. Políticamente, antes, hace justamente un siglo, en el año 23, mi padre era demócrata, progresista, o sea, partidario de Lisandro de la Torre, y fue incluso candidato a diputado pero en Capital no prosperó mucho, aunque fue el director de un periódico que se llamaba Política, del que salieron nueve números nomás, en el año 23 y terminó en el 24. Razón por la cual tengo un manuscrito de Lisandro de la Torre, un artículo formidable en ese momento: a los tipógrafos les mandaban todo escrito a mano y en lápiz, y tenían que interpretarlo todo. 

Los linotipistas, mi papá era linotipista, eran los más cultos en la profesión porque tenían que saber escribir sin cometer errores, además de escribir rápido. 
La cuestión es que tengo ese texto. Yo ya tenía 6 años cuando comienza la guerra, nací en el 33, en el 39 tenía 6 años, pero ya estaba con el clima de haber escuchado la Guerra Civil Española y el mundo se me presentaba, por lo que yo veía, como un gran caos. La palabra no la utilizaba, pero era algo que era de temer, el mundo es de temer. Desde los 6 años hasta que termina la guerra, en el 45, son otros seis años, tenía 12 y había pasado por un colegio francés, y todo eso es mi contexto de infancia. Mi padre tenía 40 años cuando yo nací y el clima que tenía era de esa época, era realmente antinazi, y entonces no comprendieron bien el proceso del peronismo, para nada. ¿Cuál era mi impresión de niño que podía tener el eco de eso? Un niño es el eco de su padre, sobre todo porque lo admiraba mucho y lo quería profundamente. Me acuerdo, desde la ventana de mi padre vi el famoso día de la marcha y mi padre... 

¿Se refiere al 17 de Octubre?
El 17 de Octubre, sí. Lo vi, fui testigo. Y mi padre, que estaba acostumbrado a los obreros socialistas que usaban sombrero, decía: “Pero no son obreros, estos son descamisados”. Creía que la palabra ‘descamisados’ la había inventado mi padre. Ese es mi contexto.

¿Hay una cuestión estética, podríamos decir?
Claro, casi, pero mezclado con lo ideológico, naturalmente. No había posibilidad de entender eso. La generación, cuando entré a la facultad, todos los estudiantes prácticamente no digo todos, pero la gran mayoría de los estudiantes estaban en contra. La vez pasada salió en PERFIL, una nota que se llamaba “Del gorilismo al sesentismo”, muy bien estudiada la nota. Y estoy totalmente incluido en eso, aunque no me menciona, pero sé que estoy incluido en eso. Hay precisión de datos que son interesantes. En el año 57 me caso y voy a vivir al Hogar Obrero, justamente porque por influencia del médico...

O sea, fue vecino de Alicia Moreau de Justo ahí en el Hogar Obrero, en Rivadavia y José María Moreno. 
Ahí también vivía Pirí Lugones, nieta de Lugones. La madre de ella era muy amiga de mi madre y enseguida nos conectábamos, y con Peralta, que era su marido de entonces, ellos recibían siempre gente que eran entre siete y quince años mayor que yo, y prácticamente todas las noches íbamos con Nora, mi mujer, allí. Y la figura central era Rodolfo Walsh, quien en ese momento, año 57… da la casualidad que en esa nota hablan de eso. En esa época, la Libertadora fue en el 55 y estoy hablando del 57, dos años después, ya todos nosotros decíamos: “Esto es peor que el peronismo”. Es decir, todo lo que estaba sucediendo, criticábamos al peronismo y esto era peor todavía, esa es la sensación que tuvimos. Ese artículo que salió en PERFIL hace una alusión a una carta, que justamente había leído antes de eso, pero que salió publicada en un libro de la correspondencia de él con un norteamericano que era especialista, como él, en novelas policiales, y le pregunta algo sobre el peronismo. Y él (Rodolfo Walsh) ahí le contesta su visión del 57, y es notable porque cuando tiene que decir “era un demagogo”, dice “era demagogo”, cuando es crítico, es crítico, cuando tiene que elogiar en ciertos aspectos y en otros aspectos es muy categórico. Es decir, políticamente y con respecto a los demás partidos políticos y demás, es muy severo en el juicio, pero es que en realidad todo era un malentendido. Respecto a lo cultural, explica por qué la mayor parte de la gente de la cultura, la mayor parte, no todos, estaban en contra. Entonces él naturalmente fue cambiando y agudizando. Y ahora, por ejemplo, cuando veo referencias a él, dicen directamente: “El peronista Rodolfo Walsh”; lo conocí cuando no lo era. Quiero decir que todo eso fue un proceso que además nos llevaba no solamente a aceptar el peronismo, pero no a ser peronista, sino a aceptar el peronismo, y cada vez más, un proceso hacia la izquierda. Eso me llevó luego, con el tiempo, a entablar gran amistad con León Ferrari y con Ricardo Carpani. Fui a Cuba, pero quiero poner en salvo también la relación que yo tenía con mi padre, porque nos apreciábamos tanto que eso, cuando tenía que decirle algo al respecto a mi padre, le decía: “Vos me enseñaste a amar la democracia, y la democracia es la voluntad del pueblo ante todo”, y ahí se callaba. Por eso mismo, cuando exagera la gente con la palabra populismo tampoco comprendo mucho, porque populismo es una forma de la democracia.

Y hoy, cuando usted ve esto que llamamos grieta, el extremo de polarización de un sector con el otro, y lo compara con esas divisiones que había en los 70 o los 50, ¿qué reflexión le genera?
Que todos están en la estupidez más profunda, y en eso lo felicito a usted por un artículo que publicó últimamente sobre la grieta o la moderación y el entenderse en los puntos fundamentales. Creo que podrían llegar a entenderse, pero como ya el problema no es de fondo sino de forma, soy un convencido de que no se gobierna tanto con medidas sino con estilo. El estilo marca al gobernante más que lo que hace el gobernante, y acá el estilo de los políticos es equivocado porque en el fondo creo que todos creen que son dioses, y así les va. 

por Jorge Fontevecchia

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