¿Cuándo y por qué el Gobierno tomó la decisión estratégica de subir a escena a una Cristina Kirchner combativa y correr a Alberto Fernández de su habitual perfil moderado para afrontar las PASO?
La pregunta no encuentra una respuesta precisa entre los cuatro altos funcionarios consultados. Son más hipótesis que explicaciones tácticas. Unos señalan que no hubo una conducción estratégica unificada, que el Presidente y la vicepresidenta subían a las tribunas pensando en la audiencia presencial que les tocaba en cada ocasión. Y, como en general se trataba de audiencias propias, “los discursos tomaban el tono de la militancia, sin darnos cuenta de que la verdadera audiencia era la que los veía por televisión o los leía después en los diarios”.
Otras fuentes sostienen que, frente a la incertidumbre que iban marcando las encuestas, se eligió garantizar el voto de la base electoral del oficialismo. En un sentido lo lograron: consolidaron el voto duro del kirchner-peronismo cercano al 33%. El problema es que perdieron cuatro millones de votos en comparación con las PASO de 2019.
Ahora la esperanza del oficialismo se llama Antoni Gutiérrez Rubí. Es un consultor catalán de 61 años afable y culto, de hablar rápido y citas ocurrentes. Uno de sus aportes fue cambiar el slogan de “La vida que queremos” del Frente de Todos durante las PASO por el “Sí” del actual discurso oficial con la intención de transmitir optimismo.
La idea es simple y trata de ser una confrontación con la mirada “negativa y pesimista” de la oposición. Es conmovedora la disciplina de sus candidatos para intercalar en sus discursos la palabra sí cada vez que pueden.
Lo que veremos en las próximas semanas será un intento del Gobierno por moderar el discurso y recuperar el voto anti grieta, además de nuevas medidas para volcar dinero hacia los sectores más críticos, el operativo "platita".
por Gustavo González
Galería de imágenes
Comentarios