Thursday 25 de April de 2024
Perfil

Esther Díaz: "En el peronismo hay mucho de punk, aunque Alberto tiene más de hippie"

PODCASTS | Por Jorge Fontevecchia | 15 de March 09:55

El exceso es también un lugar filosófico. La pensadora más audaz del país decidió transformar su vida en una obra de arte. Así, experimentó el sexo, las drogas, el sufrimiento y el placer extremos. Su producción intelectual también es un producto artístico. Y desde ese lugar puede mirar con ojos abiertos y lúcidos lo que pasó con hombres y mujeres en un país de frustraciones, golpes de Estado, neoliberalismos y populismos que, a veces, también están en el closet y prefieren autodefinirse en público como progresismos.

Dijiste: “Me gustan los hombres mucho más jóvenes que yo. Algo que el machismo condena. Los chimentos hablaron de Emmanuel Macron, porque tiene una mujer mayor que él, pero nadie habló de que Donald Trump tenía una esposa 25 años más joven. Al hombre no se le cuestiona el deseo y a la mujer sí”. ¿No cambió nada en los últimos tiempos?

—No solamente no cambió. Está peor. Adquirimos derechos en tanto minorías sexuales, hay más visibilidad respecto de lo sometidas que fueron las mujeres. Pero todavía estamos a años luz de la equidad. También con la cuestión de las edades. Se piensa que las personas jóvenes son más libres sexualmente. Es así, en principio. Pero hasta el día de hoy si un muchacho anda con muchas mujeres sigue siendo “el piola”.  Y si a una chica le gusta curtir con más de uno sigue siendo una atorranta. Algo similar sucede con la vejez. Pasó recién, con el auto que me trajo a la entrevista. Cuando me bajé, el chofer me dijo: “Chau, abuela”.

—¿Quiso ser cortés?

—Lo hizo para hacerse el simpático. Pero a ningún chico le decís “nieto”. A ninguna persona le decís “esposo” o “hermano”. Se los llama por su nombre. Pero cuando pasás cierta edad, dejás de ser persona y pasás a ser un apéndice de la familia. Vivo sola, me automantengo, hasta ahora me puedo arreglar sola. Y aunque no fuera así y estuviera arrastrándome y me llevaran en una silla de ruedas, no tienen por qué rebajarme a esa categoría. Decirle abuela a alguien es sacarle el nombre. ¿Por qué no me dijo señora Esther o Esther? Tenía ni nombre cuando llegó a mi casa.

—Hay algunas ventajas de la edad. Tu psicoanalista te dijo, según una crónica periodística: “Por eso tenés tanto feeling con el público. Vos recién te construiste como intelectual de grande”. La edad da ciertas credenciales

—Hay mujeres que militan eso. Es la edad que más tiempo transcurrimos en la tierra. Chicos somos poco tiempo y jóvenes, lamentablemente, también. Maduros, si se analiza la cantidad de años que vivimos hoy en día, también. Es una contradicción muy grande. Nadie quiere morirse, pero tampoco nadie quiere llegar a viejo. Cuando veo que hay un nuevo descubrimiento que permite llegar a vivir diez años más, me pregunto para qué. ¿Por qué los laboratorios siguen invirtiendo dinero en hacernos vivir más tiempo en una sociedad que rechaza a los viejos? Si vivimos más, somos más despreciables aún.

Escuchá el reportaje completo en Radio Perfil. 

 

por Jorge Fontevecchia

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