La inmigración argentina en España puede analizarse por oleadas bien diferenciadas. Por una parte, están los españoles que decidieron regresar a su país cuando la Argentina comenzó su vocacional decadencia. También encontramos la inmigración política que tuvo su punto más alto en los años 70 con la dictadura militar. Luego siguieron las económicas, posiblemente la más numerosas fueron las que protagonizaron los que cambiaron las cacerolas por los pasaportes, empujados por la esperanza de una vida más tranquila en España.
Tras la victoria de Fernández-Fernández, nuestro peculiar acento volvió a escucharse casi en cada esquina de cualquier ciudad española. Pero como no siempre es lo que parece, la cosa no viene de la llegada de argentinos a España, si no de otra invasión, aunque en este caso de argentinas, las cotorras.
El hecho es que los españoles están hartos de nuestras plumíferas compatriotas. Tanto que no pasa año en que aparezcan notas hablando de esta peculiar invasión argentina que comenzó en 1986. Los exiliados políticos regresaban al país y a los españoles se les dio por exportar cotorras argentinas, como animales domésticos.
La moda pronto dejó de ser simpática para convertirse en lo que es hoy, una pesadilla. Los últimos registros hablan de unas 190 mil cotorras argentinas. El 99% de estas fueron capturas en la naturaleza. Una vez en suelo español, las aves aprendieron a abrir sus jaulas y se escapaban o eran directamente liberadas por sus dueños ante el griterío que organizaban dentro de las casas.
En 2013 el Gobierno español, prohibió la tenencia y venta de estos animalitos, pero la medida llegó tarde. Hoy las poblaciones son tan grandes que se sostienen solas. No solo se adueñaron de parques y plazas, si no que no paran de crecer poniendo en peligro el hábitat de animales autóctonos.
por Sergio Manaut
Galería de imágenes
Comentarios