Thursday 28 de March de 2024
Perfil

Entre Beatriz Sarlo y Horacio Verbitsky volvió el debate perdido sobre la ética

PODCASTS | Por Edi Zunino | 11 de March 13:40

Dicen que Aristóteles fundó la ética, esa disciplina filosófica que estudia el bien y el mal y sus relaciones con la moral y el comportamiento humano. Aquella ética, de tan formateadora de las maneras de pensar, derivó en la ética como factor de uso cultural o social, o sea, ese conjunto de costumbres y normas que dirigen o valoran el comportamiento humano en una comunidad. La ética, en ese sentido, se asocia al deber, a lo que se debe hacer o no es debido hacer.

Hablar de ética, de deber y encima meterlo al pobre de Aristóteles en el medio supone estar hablando de algo viejo, de una de esas cosas raras que se usaban antes, de algo perimido, pasado de moda. Porque estos no son tiempos de deberes. Los individualismos no son muy amigos de lo correcto. Vivimos en una segunda vuelta de la posmodernidad, donde manda la exaltación de lo incorrecto como falso sinónimo de vanguardismo, salvo que consideremos la existencia de las vanguardias del atraso.

La cuestión es que, de pronto, nos sorprendemos hablando de ética. Y, tal vez no por casualidad, recuperamos el debate ético justo en torno a algo tan elemental como el uso equitativo de una vacuna. Estamos hablando de la convivencia, es decir, de lo público que nos afecta a todos y nos relaciona a todos con todos los demás.

La mecha la encendió el periodista, militante de la vieja guardia montonera y activista por los derechos humanos Horacio Verbitsky. El Perro fue quien reveló el llamado VacunaVIP, sorprendiendo al exhibirse miedoso y mojigato y al fin pidiendo disculpas por haber faltado a sus propias normas éticas y, todavía peor: por haber desprestigiado los valores que suele pregonar, según su propia autocrítica.

El último capítulo del VacunaVIP fue ayer. Debería titularse Caso Beatriz Sarlo. A la pensadora y columnista de PERFIL no la invitaron –técnicamente- a pasar a vacunarse por la puerta de los privilegiados, aunque vacunarla por famosa e inteligente hubiera sido una especie de “privilegio útil”, ya que el contexto de aquella invitación era de temor y rechazo ante la llegada de vacunas todavía flojas de papeles.

No me parece casual que dos intelectuales casi octogenarios nos devuelvan a la sintonía de la ética. En esos valores se formaron ambos, en un Siglo XX que los ponderó en distintas versiones, incluso al límite de la asfixia. En nombre de sus propias convicciones éticas –y por caminos muy distintos- Verbitsky y Sarlo terminaron pidiendo disculpas: uno por haberse colado y la otra por haberse pasado de rosca al utilizar el término “por debajo de la mesa”. Los dos, tan distintos, terminaron del mismo lado: no está bien el acomodo en ninguna de sus versiones, ni la del abuso de influencia, ni la del amiguismo berreta ni la de la famocracia, que puede ayudar a algo en el cortísimo plazo pero lo distorsiona todo en materia de construcción colectiva.

Parece cierto que Axel Kicillof no estaba armando un vacunatorio clandestino para los propios: Sarlo no es de los suyos y la supuesta campaña estaba llamada a ser pública. De todos modos, el uso de la fama ajena para el desarrollo de políticas del Estado no genera ciudadanía, reproduce fans. Es frivolidad de máxima pureza. Es un vicio intrínseco al problema de fondo: el famoso como arma para dejar pedaleando al adversario no parecería ser una muy buena práctica sanitaria que digamos. Tampoco el facilismo. Ni el efectismo. Ni la improvisación.

FOTO: TAPA DE LA REVISTA NOTICIAS HACE UNA DÉCADA: SEPTIEMBRE DE 2011

por Edi Zunino

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