Mientras Mauricio Macri sigue haciendo méritos quién sabe bien para qué, volvió a salir al ruedo Eduardo Duhalde, que sigue funcionando como una especie de Lilita Carrió con la cadena suelta para “ayudar”, quién sabe de qué modo, al presidente Alberto Fernández.
Ahora Duhalde ya no habló de golpe de Estado, aunque más o menos porque comparó al Presidente con Fernando de la Rúa, dijo que “Fernández está groggy como De la Rúa”, lo cual suena fuerte, pero hay que reconocerle al ex caudillo bonaerense que, en letra chica, también dijo que él mismo estuvo “groggy como De la Rúa”, es decir, ensimismado, arrinconado y superado por los problemas estallándole en casi todos los frentes. (Entre paréntesis: ¿salió el diputuit Fernando Iglesias a decir que el “Club del Helicóptero” sigue abierto y no sabe de grietas?).
Más allá de la oportunidad, de las formas y de las intenciones duhaldistas, Don Eduardo no es el único que compara la situación actual con la que desembocó en una hecatombe hace dos décadas. Ni es el primero que lo hace. Me voy a tomar la licencia de recordar que, hace dos años, el entonces ministro Nicolás Dujovne y la ex presidenta Cristina Kirchner coincidieron, como celebración de la “madurez” lograda, que con un ajuste como el de 2017 en otro tiempo hubiera caído el gobierno.
Entonces, el asunto no son las declaraciones de Duhalde ni su impacto, que, sea cual sea, podrá darnos igual, a la larga, o doler, pero no va a sorprendernos, porque ya no nos sorprende nada…: el gato a quien nadie le pone el cascabel es esta Argentina recurrente en el desastre, la vecindad del desastre, la cornisa del desastre o a punto caramelo del desastre. ¡Hay que hacer méritos para tanta insistente coherencia en el desastre y sus inmediaciones!
La dirigencia tele-política debería darse cuenta de que está fatigando a la audiencia de tanto repetirse. A TELEFE se le puede entender la insistencia con “Los Simpson”, El Trece está perdonado por “El Zorro” y el 9, por “El Chavo del 8”, porque para esos personajes existe el zapping y jamás nos afectan el bolsillo. La insólita meritocracia de Macri, el afónico demérito de Alberto, la baqueteada furia de Cristina, los descolocantes apocalipsis de Carrió y de Duhalde y demás escenas del dale y dale de esta calesita televisada deberían despabilar grandezas, generar pactos y recrear ciertas disciplinas.
En la hechura de un país no existe la salida fácil y barata de las novelas turcas para zafar la tarde.
por Edi Zunino
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