Thursday 28 de March de 2024
Perfil

Divididos en cuarentena: Los amargos y los que no tienen aguante

PODCASTS | Por Edi Zunino | 17 de June 11:36

La discusión política en torno a los alcances sanitarios y económicos de esta ya fatigosa cuarentena de golpe está enfrentando curvas muy cerradas de superficialidad, mesetas aserruchadas de demagogia y picos súper filosos de infantilismo.

Alarma ver a gente grande con responsabilidades importantes acusando al otro, es decir, al rival, sin argumentos precisos o negando casi patológicamente sus propias inconsistencias. La paja en el ojo ajeno y la viga en el propio…

Para unos, el problema es que Alberto se enamoró de la cuarentena y, para otros, que Horacio empezó a darle demasiada bolilla a los críticos de su partido y a la histeria egoísta de los porteños.

Así como somos de futboleros, la nueva versión de la grieta pasa por el lado de que “los defensores de la cuarentena son amargos” y “los anti-cuarentena no tienen aguante”. Unos culpabilizan a los runners y a los que se juntan a bailar en la vereda de un DJ en Recoleta. Los otros descubrieron la libertad en el momento menos indicado, por cansancio.

Vamos camino a los 100 días de un encierro que ya no es tanto, porque el bolsillo aprieta y la cabeza está hecha un bombo. Se invirtió la ecuación: hace un mes, el 70% estaba en casa y el 30% se movía; hoy, según el Instituto de Investigaciones Epidemiológicas de la Academia Nacional de Medicina, es exactamente al revés. Y el apoyo a las autoridades también se va relajando.

La conducción política de la emergencia sanitaria perdió fuerza. Los opositores sin cargos de gestión acusan al gobierno nacional de haber perdido el tiempo reequipando un sistema de salud que, según el propio gobierno dice, está a sólo 30 o 40 días del colapso. No les conviene reconocer su parte de cómo estaba el sistema hace tres meses. 

El oficialismo bonaerense acusa al gobierno porteño de irresponsable, porque fue demasiado flexible. No les conviene ver lo que no sale en la tele pero pasa: el Gran Buenos Aires es un descontrol de movimiento de personas y funcionamiento de negocios no autorizados.

Mientras tanto, la dirigencia en su conjunto actúa como el común de los mortales: creen que a ellos no les va a pasar, se juntan a comer y a tomar café pudiendo charlar tranquilamente por videochat. Y se contagian. Y le prenden al sistema luces rojas innecesarias.

El miedo a lo desconocido, a lo inmanejable, termina simplificándose en el miedo a la incapacidad o la mala leche de los otros. Abren el paraguas. Temblequean cuando nadie los ve.

Pilas, muchachos… Que veníamos bien tratando de estar de acuerdo para enfrentar lo verdaderamente importante.

por Edi Zunino

Galería de imágenes

Comentarios

Espacio Publicitario

Espacio Publicitario