Friday 29 de March de 2024
Perfil

Cristina sigue siendo la gran commodity de la industria mediática nacional

PODCASTS | Por Edi Zunino | 02 de December 14:42

Una commodity es una mercancía primaria, una materia prima transable que, por lo general, fija parámetros industriales, de mercado y hasta puede definir la identidad nacional de un país. Hay commodities energéticas, como el petróleo. Hay países “petroleros”. Hay commodities metálicas: el cobre, por ejemplo, define a Chile. Las hay alimentarias, como la soja, y cuánto nos duele ser sojeros, haber quedado reducidos a un poroto.

Las materias primas de la industria mediática vendrían a ser los hechos, los acontecimientos, y éstos son definidos por personas que influyen, de una u otra manera, en otras personas. Hablo de los hechos y los acontecimientos, aún de los distorsionados por los deseos, los partidismos, las distracciones y las malas leches de los profesionales de la comunicación social, un submundo donde también hay malas praxis que, ojalá, fuesen las excepciones que confirman las reglas.

Confieso que me divierten hasta la exasperación los colegas -reputados colegas, incluso queridos colegas- que no pueden terminar la primera oración de sus artículos sin decir “Cristina” por lo menos una vez (porque se les han escuchado oraciones con la palabra Cristina repetida hasta tres veces). Hay videos muy bien editados dando vueltas por ahí que confirman esto, es decir, que Cristina Fernández de Kirchner es una commodity. Más aún: diría que se trata de la principal materia prima, lejos, de la industria periodística nacional, dado el volumen de las empresas más obsesionadas con CFK. Con “vender” CFK, digo, ya sea desde el elogio o desde la diatriba.

Eso no afecta sólo a los comunicadores, obviamente. Es una regla de mercado, diría, porque hay consumidores de CFK mala o buena, santa o diabólica, chorra o patriota, yegua o musa inspiradora (todos los adjetivos entre comillas, por favor).

Ayer, en este espacio, hablé sobre la política exterior de Alberto Fernández y señalé, como dato, que la Cancillería es un área distinguida por la escasa o nula influencia de la vicepresidenta, a quien se ve o se supone detrás de todo lo que haga o deje de hacer el Presidente de la Nación. Los comentarios de la nota se repartieron entre los que (a favor o en contra) no creen que CFK esté ausente de nada y una minoría que se preguntó “qué tiene que ver Cristina en ésto”, acusando al autor -a mí- de “vender” CFK.

El gran problema es que Cristina existe. Y pesa. Vengo diciendo que hoy, a mi juicio, pesa más como adjetivo que como sustantivo, pero en un nivel paupérrimo de debate político como el que tenemos, donde se lo adjetiva todo, esa sola condición secundaria la vuelve todo el tiempo protagonista central.

Fernández, Alberto Fernández, necesita de Cristina. Y no, sobre todo, porque lo puso ahí ni porque le da órdenes: es la clave de un equilibrio que, si se rompe, puede volar todo por el aire; es la garante, con peso e intereses propios (pero sobre todo con muchos adeptos activos) del giro a la ortodoxia económica del Gobierno.

En perfilcom, en este instante, hay una entrevista muy interesante al escritor Martín Kohan, realizada por los estudiantes de la Escuela de Periodismo de Editorial Perfil. Kohan, que es un narrador, reconoce en Cristina una “marca” -marca fuertísima, dice- que es consumida tanto por quienes la odian como por quienes la aman.

Es cierto: Cristina “vende”. Pero si “vende”, también es porque hay quienes “compran”. Y también porque hay otros que no tienen nada interesante para que nos interese ponerlo en la alacena de la opinión pública.

por Edi Zunino

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