Friday 29 de March de 2024
Perfil

Caso Fernando Iglesias: civilización y barbarie (versión comedia Clase B)

PODCASTS | Por Edi Zunino | 06 de August 12:07

Pensaba que si Miguel Cané tuviera que escribir “Juvenilia” en nuestros días, debería recurrir a Twitter como fuente ineludible para documentar las trampas y peleas entre los bandos estudiantiles sintetizados en porteños y provincianos (como el país de su libro, que de algún modo sigue siendo el mismo). Y mirá si hubiese habido redes sociales cuando Domingo Faustino Sarmiento escribió su “Facundo” para fijar posición entre la civilización y la barbarie, sin “economizar sangre de gauchos” en pos de “apartar de toda cuestión social americana a los salvajes por quienes sentimos sin poderlo remediar, una invencible repugnancia”.

Vivimos una versión infantil y barata de aquellos clásicos de la literatura. Una: no estamos fundando nada. Dos: pasaron dos siglos, estamos en el XXI, y de todo aquello, el quehacer político de hoy reivindica sobre todo y más que nada la violencia verbal (por suerte, no la física; al menos por ahora). Tres: la tele-política ya es casi pura y exclusivamente búsqueda de rating. La sustancia después se ve.

El tratamiento tuitero y mediático de las listas de visitantes a la Quinta de Olivos por parte de los diputuits Fernando Iglesias y Waldo Wolf fue verdaderamente patético. Pero creo que hay algo más grave que tener prejuicios y conductas de macho descalificador, a esta altura del partido: me refiero a que, de ese modo primitivo, estos diputuiteros preservan sus audiencias y generan más, lo cual quiere decir que hay mucha gente dispuesta a fanatizarse con esas “avivadas” desagradables. Iglesias tiene más de 375.000 followers en Twitter. Wolf tiene más de 260.000 (muchos de esos seguidores lo son de ambas cuentas, pero es mucha gente de cualquier forma).

Tan burdos son estos diputuits en su función de hacerse odiar para mantener intacta la atmósfera del resentimiento, que redujeron la posibilidad de tener una conversación provechosa sobre el proceder pandémico de su rival Presidente y su entorno a un gag de viejos verdes, tipo Sofovich o Café Fashion (¡uf, qué antigüedad!).

Del otro lado, un pelotón de amazonas con cuchillos en los dientes salió a cazar machirulos en el zoológico. Comerse al caníbal tampoco tiene nada de moderno ni, mucho menos, de gourmet. Pedir la expulsión de dos diputados y mandarlos a los tribunales por tuitear barbaridades contribuye a frivolizar la discusión, en un contexto donde termina poniéndose en el centro del asunto la moral de una actriz y conductora televisiva, como si eso no fuera meterse en su vida privada.    
  
Patricia Bullrich, por su parte, dio cátedra de no-debate… Miren lo que dijo:
"No condené los dichos de Fernando Iglesias porque considero que la Argentina necesita primero tener una arena democrática donde debatir y elevar el debate. El kirchnerismo tiene la práctica de clausurar todo debate con la gente que responde a ellos. Si Zaffaroni tiene prostíbulos, eso no existe; si Alperovich abusó de su sobrina, eso no existe. No da derecho a ser como los otros, pero nosotros recibimos doble condena. A mí, Leandro Santoro me dijo borracha; me dijeron asesina, nos dijeron que somos Videla, y nunca un kirchnerista me defendió ni pidió disculpas ni nada. Cuando ellos se condenen, yo condenaré a Fernando Iglesias".

Traduzco: para la presidenta del PRO -que en la filípica anterior dijo algunas verdades-, Fernando Iglesias sería condenable, pero menos condenable que otros condenables, sólo porque aquellos son el enemigo y Fernando Iglesias tuitea por “nosotros”. Tan infantil se ha puesto todo, que oficialistas y opositores se quieren imponer manuales de conducta para mantener las paces internas en la campaña para las PASO.

Muy distinta fue la actitud de Silvia Lospennato, que también es diputada y opositora: “Lo que tuiteó @FerIglesias está pésimo. Hay que pedir explicaciones convincentes y la actividad de los no esenciales en Olivos a altas horas de la noche, pero de todos: varones y mujeres y hacerlo sin insinuaciones ni prejuicios. Festejar un cumpleaños cuando se lo prohibís al resto de los ciudadanos es una falta de ética suficiente para que rindan cuentas. Como no tengo doble vara, puedo criticar a un compañero de mi espacio político sin peros. Ojalá un día todos tengan esa libertad y coherencia”.

En síntesis: ¿el presidente y su entorno violaron la cuarentena estricta que el propio Gobierno había impuesto?

Por otra parte: ¿de esos registros surgen relaciones que puedan comprometer decisiones oficiales y/o derivaciones controversiales de fondos públicos?

Ojalá que la justicia funcione civilizadamente para sacarnos las dudas.

Lo demás, es barbarie. Y, encima, de baja estofa.

por Edi Zunino

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