Saturday 20 de April de 2024
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Antonio Aracre: "En tres años Argentina va a exportar un 50% más de lo que exporta hoy"

PODCASTS | Por Jorge Fontevecchia | 10 de May 13:00

El ex-CEO de Syngenta y exjefe de asesores del Presidente decidió el año pasado dejar la actividad privada para dedicarse a la gestión pública. Después de tres meses de ejercicio y quedar envuelto en polémicas, rumores y su renuncia indeclinable, se confiesa: no se arrepiente, a pesar de la frustración que siente, y considera que no tiene habilidades para la “rosca política”.

¿Te arrepentís de haber salido de la actividad privada para ir a la actividad pública? 
No, el salir de la actividad privada era una decisión que había tomado previamente, te diría hace dos años, muy charlada y muy consensuada con mis superiores, porque en esos casos es fundamental planificar la sucesión y formar la persona o las personas que después un comité especial terminará definiendo quién de esas dos o tres personas es el que termina ocupando ese rol. Pero se programa con mucho tiempo y esto ya venía analizado y era una decisión mía muy personal, después de 12 años de ocupar ese rol, querer hacer otra cosa y darle espacio al equipo para que siga avanzando. Lo de la actividad pública se dio, casi como una sorpresa para mí. Terminando diciembre me llama el Presidente y me pide que me una a su equipo en este rol, que tratándose de alguien que no conoce la actividad pública como era en mi caso, me parecía muy interesante, porque te permitía incursionar en una serie de tópicos sin tener una responsabilidad de una cartera específica, así que decidí embarcarme en eso. Pero no me arrepiento, en general, creo que de todas las cosas se saca un aprendizaje, las experiencias son siempre valiosas. El presidente Alberto Fernández, en particular, es una persona a quien respeto y quiero mucho. Es un tipo moderado, que ha tenido una experiencia en la política y en la vida enormes, así que no, de ninguna manera. Después las cosas se dan de una forma diferente. 

Ahora, una cosa es 12 años de CEO en una empresa y que puedas considerar que es necesaria cierta renovación, pero otra cosa es salir de la actividad privada. Uno puede salir de Syngenta y continuar su carrera en la actividad privada, ¿qué es lo que te llevó a salir de la actividad privada? 
Fueron 37 años en la actividad privada, llegando a una posición de mucho privilegio, en base al mérito, pero de mucho privilegio. Y tenía energía y deseo de poner mi foco en otra parte, no necesariamente en la actividad pública, pero sí en otra parte. 

¿Por ejemplo?
Y por ejemplo escribir. Hace mucho que tengo ganas de escribir un libro, o escribir notas, o vincularme con la opinión pública, pero desde otro lugar que no sea en la actividad pública. Se dio esto, pero podría darse otra cosa en algún medio de comunicación. En fin, no sé, distintas alternativas o incluso tomarme un año sabático y viajar y visitar a mis hijos. Es perfectamente una posibilidad.

Un año sabático correcto, pero ¿cómo sigue la carrera?, porque por más que hayan pasado 37 años, sos joven todavía, ¿cómo te imaginás dentro de diez y dentro de veinte años? 
Uy, ¡qué lejos! No sé, este me imagino activo, trabajando.

No volviendo a la actividad privada. 
Podría ser la actividad privada, pero no en una empresa corporativa, en un rol de management que me parece que ya estuve muchos años. Sí, podría ser asesorando o mirando la gestión desde un punto de vista más desde un directorio donde puedas aportar valor al management, desde tu experiencia y desde tus consejos, pero no con la actividad y la adrenalina del día a día. 

Recuerdo que cuando tomaste la decisión, alguna vez comentamos, incluso en reuniones que no eran periodísticas sino empresarias, la dificultad que significa pasar del mundo privado a lo público. Ahora ya con la experiencia de haberlo hecho, hacenos una síntesis de qué te esperabas encontrar y de qué te encontraste. 
En este momento tengo una sensación de cierta frustración, de la que trato de apartarme un poco para sobrevolar el tema y dejar un mensaje positivo y constructivo. Creo que no tengo las habilidades para el mundo político público, que son muy distintas a las habilidades que se necesitan en el mundo privado. Hay una palabra, que a veces, se usa peyorativamente, espero que no la tomen así, pero esto de la rosca que es muy importante en el mundo de la política y un poco como que me aburre. Cuando veo que algo está mal, cuando se puede mejorar o cuando la gente tiene problemas, me surge la imperiosa necesidad de hacer algo, de ejercer una acción, de movilizar recursos o personas para poder solucionar ese problema. Y esa ansiedad que me sobreviene del mundo corporativo y privado cuando algo andaba mal y había que corregirlo, en el mundo de lo público se manejan otros tiempos y evidentemente, mi forma de ser no encaja bien en esa sintonía. 

Sos más decisionista. Es lo que estás tratando de decir. 
Sí, más de ir a la acción y de rosquear menos. Me parece que la política valora mucho más la rosca que la acción.

A ver si podemos encontrar una traducción o una definición de rosca, ¿cómo lo podrías explicar?, ¿es un sentarse a intercambiar ideas sin un fin preciso? En psicología, no sé si alguna vez hablamos de la asociación libre, que hay algo en lo político que es sentarse a conversar, más allá de que haya un objetivo, una distinta forma de manejar el tiempo. Te pido una interpretación de alguien que viene de lo privado, de ese mundo, como un voyeur, estuviste ahí y lo que viste, ¿esta gente en qué es distinta? 
Quizás haya una rosca positiva, que es la búsqueda de consensos entre personas que piensan distinto, o que pertenecen a espacios distintos y que aún así tienen que llegar a algún acuerdo. Por ejemplo, es típico en el Parlamento que se necesita votar una ley, hay dos espacios, no todos están de acuerdo, entonces, se negocia en algunos puntos y eso de alguna manera también es la rosca, pero esa me parece que es una rosca positiva, porque un país para gobernarse necesita llegar a acuerdos.

Podríamos decir que una de las características de la rosca es construir vínculos y confianza, para que haya consenso, porque para que haya consenso le tenés que creer al otro. Y para creerle al otro tiene que haber confianza. Y no hay confianza sin conocimiento, entonces primero se tienen que conocer, tiene que haber una relación. 
Hay otra rosca que no la veo tan positiva, que es la rosca por la rosca misma, que es cuando te enroscás, digamos. O sea, es participar de reuniones interminables y discursivas, pero que no terminan en una acción determinada o en una decisión determinada y que por ahí, no están tan al servicio de la gente, de cambiarles la vida a las personas, sino que forman parte como de un estilo de gestionar más politizado, que tiene que ver con esos encuentros, esas discusiones, pero que no necesariamente culminan en un proceso de cambio, en un proceso de transformación. Y no creo que sea malo, simplemente que en un país con tantas urgencias, con tantos problemas, siento que a la gente que estuvimos en algún momento vinculadas con la política nos piden un poco más que rosca, nos piden un poco más de acción y de transformación. 

¿Pero se puede tener acción sin una rosca previa, sin primero crear vínculos y confianza con los que son necesarios para la acción? 
Probablemente no, y tal vez, ese pudo haber sido parte del problema, el escaso tiempo para generar esos vínculos. A mí me desesperaba un poco la situación, cierta percepción de un deterioro progresivo que podía espiralizarse y complicarse mucho en un contexto electoral. Y eso me motivó a hablar con el Presidente sobre lo que estaba pasando. 

Te preocupaba la eventual espiralización: inflación, dólar, para ponerlo de alguna manera. 
Empezando por la inflación. Ese viernes hace tres semanas que se conoció ese 7,7% y todo el mundo esperaba mucho menos.

¿Vos también?
Sí, me sorprendió. Sabíamos que marzo iba a ser un mes difícil, pero la verdad que incluso la inflación núcleo dio alta, y eso marcaba como un escalón nominal nuevo. Me preocupaba también la distancia que había entre esa nominalidad inflacionaria y la tasa de interés, porque cuando el inversor percibe que su tasa empieza a ser negativa, con la cantidad de pesos que hay en la Argentina, es un peligro, justamente para una espiralización cambiaria. Así que ese mismo día le escribí al Presidente, le manifesté mi preocupación y la necesidad de armar una mesa de trabajo con cuatro o cinco personas, con Massa, con Pesce, con Rossi, para discutir alternativas. Así que él me pidió que le mande algunas ideas, cosa que hice en el fin de semana y el lunes almorzamos y las charlamos. Ese día lunes fue curioso, porque justo al día siguiente mi hija se volvía para Sydney, así que me fui a pasar toda la tarde con ella después de almorzar con el Presidente y después de hacer dos consultas que él mismo me pidió que haga sobre el documento, una con Kulfas y la otra con Marco Lavagna. Llegué a la noche a mi casa y mi entretenimiento del lunes a la noche es ver a Pagni, así que escuché con atención la editorial de él y comentó que la situación estaba muy complicada, que él tenía dudas de si en esa complicación el ministro de Economía iba a estar interesado en seguir manejando la cosa y que le habían dicho en la Casa Rosada que Aracre calentaba motores. Yo cuando escuché eso pensé: “no me parece que esto no vaya a generar algún ruido”. Y efectivamente, al día siguiente explotó el mundo mediático en cantidad de operaciones y la televisión y la radio y mi celular. Así que el mismo martes a la tarde hablé con el Presidente para decirle que en esa situación, lo más conveniente era que yo me fuera a mi casa y que él diera claras señales de que no estaba en su cabeza ningún cambio en el Ministerio de Economía. Lo curioso es que en ese proceso se demoran diez días en ajustar la tasa de interés, que era lógico que con ese índice de inflación iba a generar el incremento en los dólares financieros que generó. Por eso me sorprende cuando dicen que la salida de Aracre generó la corrida. Era más que evidente que con esa tasa de inflación, en ese escalón de nominalidad y sin ninguna acción, sin ninguna decisión por parte del Banco Central, iba a pasar lo que pasó. 

Escuchá la entrevista completa en Radio Perfil. 

por Jorge Fontevecchia

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