Thursday 28 de March de 2024
Perfil

Alberto Fernández-Rodríguez Larreta: un "cotillón" demasiado caro y peligroso

PODCASTS | Por Edi Zunino | 16 de April 13:31

El miércoles pasado al mediodía, en una charla informal, un kirchnerista de los duros me sorprendió con su tono enojado para referirse al presidente Alberto Fernández: “Yo no sé a qué le tiene miedo, ¿a perder una elección? Churchill perdió una elección por ganar la guerra, ¿Qué debía hacer: perder la guerra para ganar la elección? Hay que cerrar todo ya mismo sin importar lo que diga nadie o vamos a una catástrofe”. Más me sorprendió el Presidente a la noche, cuando, casualmente o no, se puso a tono con aquella queja, desautorizando a sus dos ministros más expuestos, Nicolás Trotta y Carla Vizzotti, al suspender por 15 días las clases presenciales en el área Metropolitana y pateando el tablero de la conversación sanitaria con Horacio Rodríguez Larreta. Y se armó la de San Quintín.

Desde ayer a la tarde, en los despachos de la Corte Suprema de Justicia se venía repitiendo una pregunta a cada rato: “¿Y? ¿Entró algo de la Ciudad?”. La respuesta afirmativa llegó minutos antes de las 10 de la mañana. Tres altas fuentes cortesanas consultadas para esta columna coincidieron en que, de acá al lunes, sería imposible que prospere el recurso de amparo presentado por la Gestión Larreta por inconstitucionalidad del decreto presidencial que suspendió las clases durante dos semanas. La Corte no es partidaria de tallar en temas políticos que no hayan sido agotados por la propia política. Creen, en lo más alto del Palacio de Tribunales, que no se está planteando un caso que implique “riesgo de vida”, como otros recursos que se presentaron durante la pandemia para preservar derechos de ciudadanos en jurisdicciones provinciales (el más famoso tuvo que ver con Formosa, pero hubo cuatro más). Y, después, hay una cuestión de tiempos: estamos con el fin de semana encima, habría que derivar cualquier pedido al Procurador General y luego participar a las partes y demás tramiterío. O sea: para cuando todo eso eventualmente suceda, si se le da curso al planteo, los 15 días de suspensión de clases ya van a haber sido un hecho.

Escuchen este comentario que viene de la propia Corte Suprema: “Esto es cotillón. Todo mediático. Ellos saben cómo funcionan las cosas. Si la primera mediación entre Ciudad y Nación sobre los fondos coparticipables va a ser el miércoles de la semana que viene y el caso empezó en diciembre”.

La presentación judicial del Gobierno porteño en defensa de la autonomía del distrito federal estaba en el menú de acciones de Rodríguez Larreta para después de la reunión con el Presidente en Olivos, pero al final entró antes porque el DNU salió a primerísima hora, como para ponerle límites al contenido de la cumbre pedida por Larreta y dejarle claro que las decisiones no eran negociables.

En los hechos, y más allá de las intenciones, las cosas quedan así:
•    Alberto Fernández ejerce su autoridad con intransigencia (o disposición a asumir los costos políticos), claro que sostenido por el kirchnerismo y los gremios (y una frase que merece una remera: “A mí la rebelión no, ¿eh?”).
•    Horacio Rodríguez Larreta se queda –por lo menos momentáneamente- con la bandera de la presencialidad educativa y el diálogo como método. ¿La verdad? Ninguno de sus compañeros, correligionarios, amigos y socios de Juntos por el Cambio hicieron tanto por colocarlo en el centro de la escena, pulseando mano a mano con el Presidente dela Nación. Dentro de la coalición opositora, los “halcones” de Patricia Bullrich y compañía venían pegándole al “Pelado” por su cercanía con la Casa Rosada, sensación que también empezó a impactar en las encuestas.

Por lo demás, el decreto con las nuevas restricciones se va a cumplir. A cara de perro, pero se va a cumplir. Y mientras Larreta se alinea sin alinearse, el verdadero problema no radica en la escena, sino en el contexto.

Estos chisporroteos de dimes y diretes contaminan a la opinión pública, que hace rato dejó de tener una clara conducción unificada y tranquilizadora para enfrentar al virus, está cansada y desmotivada, y en buena medida descree de las decisiones tomadas desde arriba, que la fatigan más. Enfrentar al Covid-19 requiere lo contrario: convicción social, porque, en definitiva, el contagio termina dependiendo mucho más de las actitudes prácticas y concretas de las personas que de la unidad o las diferencias de los dirigentes, que en un año electoral vienen optando por ponerlas adelante cada día más.

Como decíamos ayer… Señores: no tienen ningún derecho a no ponerse de acuerdo. Sobre todo, porque desde ambos lados tienen algo de razón y el asunto central no son ustedes.

por Edi Zunino

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