Nada de lo que hagan o digan los dirigentes oficialistas y opositores de ahora, dejará de tener un sesgo electoralista. Oímos que la gestión de las vacunas es un modelo mundial o un fraude, o que la economía está a la deriva o en una exitosa recuperación.
Cada cosa que se hace o se dice está pensada para dañar al adversario y posicionarse mejor, el truco electoralista queda al descubierto. Los políticos corren el riesgo de degradarse a sí mismos.
Escuchá la columna de Gustavo González desde la redacción de Radio Perfil.
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