Tuesday 23 de April de 2024
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Rita Segato: "El patriarcado funda todas las otras formas de la desigualdad"

PODCASTS | Por Jorge Fontevecchia | 27 de November 14:18

Por primera vez desde sus 23 años pasó tanto tiempo en una Buenos Aires casi "de ciencia ficción" por la pandemia. Considera que el virus puso en debate el Antropoceno, y nos abre a cuestionarnos cómo producimos y consumimos. Tilcara y Brasilia son sus otras dos ciudades. Desde allí, vivió de cerca y analizó la sabiduría de los pueblos originarios y la violencia de las cárceles. Y resignificó la importancia del feminismo para entender lo general y lo particular de los vínculos. Para ella, maternar y cuidar son hechos políticos. 

Al comienzo de la pandemia en un reportaje que usted hizo por zoom le dijo al periodista que la humanidad en algún momento puede desaparecer, lo que lo dejó un poco inquieto. ¿Qué cosas pudieron terminar con la pandemia y no terminaron y qué cosas sí terminaron?
Vengo defendiendo el no saber. La posibilidad de decir “no sabemos”. El punto central de esta pandemia es la lección de incertidumbre. Justo llega en un momento de la historia de la humanidad en que se pretendía tener certezas. Era una fase apocalíptica del cartesianismo. Se creía que el mundo visto como cosa había sido completamente controlado y por lo tanto el tiempo estaba bajo control. Que la historia estaba encapsulada. Hace tiempo que empecé a pensar que la imprevisibilidad es la única utopía del presente, que la historia es un animal impredecible. En PERFIL usted tiene uno de los emblemas de esa imprevisibilidad, el Muro de Berlín. Gente absolutamente especializada en estudiar las relaciones internacionales, la política, miraba el Muro y nunca fue posible predecir en qué momento la historia le iba a pasar con un coletazo por encima. Es emblemático de lo que quiero decir sobre la pandemia. No sabemos, y hay gente que no acepta ese no saber.

Saber que no se sabe es mejor que creer que se sabe y no se sabe.
Es mucho mejor, porque es mucho más verdadero. Ayuda a abrir la historia porque ¿quiénes desean tener un control sobre el futuro, sobre la historia? Los poderosos.

Déjeme leerle un párrafo sobre el tiempo. Usted escribió textualmente en un artículo en la revista “Noticias” sobre “ese deseo del control de la temporalidad de la vida con su inherente descontrol y límite que se interpone al intento de administrarlo. El tiempo, que no es otra cosa que el tiempo de los organismos de la propia Tierra como gran organismo y de la propia especie como parte de ese gran útero terrestre, desafía la omnipotencia de Occidente, su obsesión por administrar los eventos, que lo consideramos como parte de la neurosis de control”. ¿Podríamos decir que el coronavirus vino a detener el tiempo y por momentos a eliminar la noción de futuro?
No. No la elimina porque hay una gran percepción del tiempo. Al contrario, viene a instalarlo, viene a enseñarnos el respeto al tiempo en su calidad, en su naturaleza incierta. Es un respeto que habíamos perdido. Es muy difícil explicarlo porque no se ve. La gente de mi generación ha tenido dos vidas, una antes de que la computadora se hiciera un artefacto doméstico, antes de que apareciera la comunicación inalámbrica, fue una vida entera. Mi vida está partida en dos. Hasta un cierto día en que tenía unos 33 o 34 años vivía una vida en la que escribí una tesis de 600 páginas en una máquina de escribir, en la que no podía avisarle a mi mamá dónde estaba, qué estaba haciendo. Ese ser se terminó y se terminó bruscamente. Y ese ser no era capaz siquiera de tener una idea de cómo sería este otro ser que soy ahora y somos todos lo de mi generación ahora, que es un ser que puede comunicarse desde cualquier lugar prácticamente con todas las personas con que se relaciona. Somos dos vidas, y antes no podíamos tener una idea de cómo sería esta vida y no podemos recordar cómo era la otra. 

 

por Jorge Fontevecchia

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