Friday 29 de March de 2024
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Galeón de Manila, la ruta española del Siglo XV

PODCASTS | Por Esteban Nigro | 16 de January 11:11

A finales del siglo XV, la corona portuguesa logró llegar, tras circunnavegar África y continuar por el océano Índico hacia el Este, a las tan ansiadas islas de las especias. Y como el rey Juan II de Portugal temía que las coronas de Castilla y Aragón también usaran aquella ruta comercial, rápidamente propuso firmar el Tratado de Tordesillas. Así, en 1494, el mundo se repartió tomando un meridiano en dos hemisferios iguales. El que incluía África y Asia quedaba en mano de los portugueses, el restante para Isabel y Fernando, los reyes de Castilla y de Aragón.  

Aquel hemisferio restante, era un gran incógnita para los castellanos y los aragoneses. Hacía apenas dos años que Cristóbal Colón se había dirigido al Oeste con la intención de llegar al mismo lugar que los portugueses lo hacían por el Este, pero las noticias a su vuelta no eran alentadoras. Había llegado a unas tierras lejanas, pero de seguro no eran las islas de las especias. Fernando de Magallanes fue enviado entonces en una expedición para intentar sortear aquella tierra nueva para ellos (que a futuro llamarían América) y llegar al sudeste asiático por la parte del mundo que la firma del tratado los autorizaba. Finalmente tras cruzar el océano Pacífico, se descubrió que por el Oeste se podía llegar también a las islas de las especias.

Años más tarde, y ya establecido el Virreinato de Nueva España en gran parte de América del Norte se intentó crear una ruta comercial entre Acapulco y la ciudad de Manila en las islas Filipinas. Para ello, se debía concretar el ansiado y nunca logrado “tornaviaje”. Muchos barcos habían salido desde Nueva España hacia las Filipinas, pero no habían logrado volver. El retorno por el mismo derrotero les era imposible dado el viento y las corrientes marinas en contra. Finalmente, en 1565 Andrés de Urdaneta descubrió que si al salir de las islas Filipinas desviaba su barco rumbo al norte pasando cerca de las costa de Japón, los vientos y las corriente marinas permitían el ansiado retorno a Acapulco. Era la primera vez que alguien lograba el famoso tornaviaje. Rápidamente los españoles establecieron una ruta comercial y la llamaron Galeón de Manila, dada la ciudad asiática desde donde partían los barcos para llegar a Acapulco. 

El viaje comercial de Nueva España a Manila duraba 3 meses y el tornaviaje, dado su gran desvío hacia el norte tardaba 6 meses en llegar a Acapulco! Si bien se conoce esta ruta con el nombre singular de Galeón de Manila, en la práctica eran numerosos los barcos españoles que llevaban y traían mercancías. ¿Y qué se comerciaba? De Asia a Nueva España viajaba porcelana, seda, especias, biombos y kimonos japoneses. De América a Asia los galeones llevaban grana cochinilla utilizada como pigmento para la seda, cacao, vainilla, calabaza, batata y ananá. Pero este último viaje no compensaba el valor de los productos asiáticos, por lo que los españoles debieron recurrir al valioso metal de la Plata para pagar. Pero, pero, pero… había una dificultad. Las minas españolas en América, poseían una Plata de difícil extracción y purificación y por unos años el comercio del Pacífico se vió en riesgo. Afortunadamente para esta historia por entonces un tal Bartolomé de Medina descubrió que si mezclaba las rocas que contenían Plata con Mercurio, en un proceso llamado amalgamación, la calidad del precioso metal mejoraba... ¡unas siete veces! Y para colmo de las suertes, en Almadén, actual España, ¡la corona poseía la mayor mina de Mercurio del mundo! 

A partir de allí el comercio por el océano Pacífico escaló a una riqueza comercial nunca antes vista. Era tanto el atractivo económico, que incluso hubo una gran inmigración china a la ciudad de Manila creando el primer Barrio Chino que la historia recuerde. Los galeones que transportaban la mercadería se fabricaban en Filipinas con maderas nativas de excelente calidad y llegaron a tener una capacidad de transporte de 2000 toneladas.

El monopolio del Galeón de Manila, que comenzó en 1565, duró hasta la independencia de México en 1821. Si sumamos a esta ruta comercial la ya existente entre las ciudades de Veracruz y Sevilla, nos encontramos con el primer caso de comercio a escala global que unió ininterrumpidamente Asia, América y Europa por 250 años. 

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Columna de Esteban Nigro para Radio Perfil.

 

por Esteban Nigro

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