Es un río que atraviesa diez países. En sus aguas nada el pez de agua dulce más grande del mundo. Fue por siglos el límite norte del Imperio Romano, y un emperador construyó sobre sus aguas alguna vez el puente más largo del mundo. Y por si todo esto fuera poco, Johann Strauss le compuso un vals que todos hemos bailado alguna vez.
El Río Danubio cruza Europa Central naciendo en Alemania, y siguiendo por Austria, Eslovaquia, Hungría, Croacia, Serbia, Rumania, Bulgaria, Moldavia y Ucrania para terminar su recorrido en el Mar Muerto. Con 2850 km de longitud es el segundo río más largo de Europa detrás del Volga y a lo largo de su recorrido, 80 millones de personas ven pasar sus aguas como así también grandes barcos navegando la principal ruta comercial entre el centro de Europa y Oriente.
Son cuatro las ciudades capitales que se encuentran a orillas de su recorrido, y sus puentes son ya una postal clásica. La capital de Hungría por ejemplo, posee 9 antiguos puentes que lograron unificar tanto las ciudades de Buda y Pest, ubicadas en orillas opuestas, que finalmente se unieron políticamente en 1873.
Si nos remontamos hasta las nacientes de este curso fluvial en la Selva Negra, es curioso saber que el origen del Río Danubio es disputado por al menos tres localidades alemanas. Dentro de ese capricho humano, de querer simplificar la naturaleza a que exista una única naciente, para los habitantes de cada localidad no es un litigio menor su definición. Dado que representan un atractivo turístico, en cada una de ellas se erigen estatuas, fuentes y hasta placas de bronce que aseguran ser su primera vertiente. La conclusión que podemos sacar de todo esto, es que el Danubio no pasa para nada desapercibido para los europeos y es así desde hace miles de años.
Para el Imperio Romano, este río fue históricamente su frontera con la región de Barbaricum. Su cauce representaba para ellos la división entre el mundo civilizado y urbanizado regido por su ley, y un mundo bárbaro más allá al Norte. Desde su nacimiento en la Selva Negra hasta su desembocadura en el Mar Negro, el imperio mantuvo siempre navegando una flota romana que cuidadaba la frontera.
Cuando el Imperio Romano quiso finalmente atravesar el Danubio hacia la región de Dacia (hoy Rumania) lo hizo a lo grande. En épocas del emperador Trajano, se construyó un puente que llevó su nombre, alrededor del año 100 d.C. La estructura tenía 1100 metros de largo, y estaba formado por veinte arcos de madera de 50 metros cada uno y asentados en pilares de 20 metros de lado y 45 metros de alto. Sobre él cruzaron las tropas en dirección a Dacia con el objetivo de expandir el imperio y lo lograron. Hubo que esperar más de mil años para que el hombre volviera a construir un puente como el de Trajano. Durante una gran bajada del Río Danubio en 1856, se pudo constatar que los pilares del gran puente romano aún seguían allí.
Pero no sólo de historia puede hablarnos nuestro querido río. En sus aguas encontramos nada más ni nada menos que el pez de agua dulce más grande del mundo. Hablamos del Esturión Beluga, que puede llegar a medir 8 metros y vivir más de 100 años. Los pescadores saben que hacerse de una hembra de avanzada edad no es poca cosa: en su interior lleva huevas que pueden ser vendidas como lujoso caviar. Con ese dinero una familia pesquera puede mantenerse por años.
El arte, también ha expresado a lo largo de los años su admiración por estas aguas que atraviesan Europa. Tal vez, el mejor ejemplo de la fuerte relación emocional que tienen los habitantes del centro de Europa con su querido río, lo encontremos en el famosísimo vals que Johan Strauss compuso en 1866. Hoy en día, “El Danubio azul” es considerado el himno nacional no oficial del Austria
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Esteban Nigro para Radio Perfil.
por Esteban Nigro
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